Detrás de esta mujer que hoy sostiene el comedor “Si tu quieres”, hay una historia muy dura. La cuenta sin quejarse y asegura que lo vivido le ayuda a entender el dolor ajeno, aunque no comparte la idea de “esperar que todo venga de arriba”.
Por Claudia Cagigas
Patricia Klein (60) es una mujer que nació y creció en el Barrio Guarumba de Chajarí, en un ranchito pequeño donde no faltaban los golpes, las penurias, la mala vida y un padre alcohólico que se quitó la vida a los 47 años. Dieciocho hijos vinieron al mundo del mismo padre y de la misma madre, una de ellas Patricia. Todos fueron arrojados a la calle desde muy pequeñitos, “a pedir”, para poder alimentar y vestir a los que iban naciendo y a sí mismos. Hoy, a sus 60 años, está conmovida porque fue reconocida como Mejor Amiga de la Ciudad 2023, por la labor que desempeña en el comedor “Si tu quieres”, que fundó en 2016 para alimentar a muchas personas que están en situación de vulnerabilidad.
Entrevistada en el programa EL ESPEJO (Radio 91.9 y Canal 2 de ItelTV), Patricia Klein contó que su vida no fue fácil y de aquella infancia recordó que en el pequeño ranchito donde vivían, cuando venía una tormenta tenían que sujetarse a una cuerda que colgaba del techo para que el viento no los lleve. “Cuando había lluvia y tormenta teníamos que estar en el barro y en el frío. Teníamos un papá que no le interesaba la familia y nosotros, los hijos, ayudábamos a mamá pidiendo en el centro. Fuimos creciendo, cada año un bebé más… las maestras nos ayudaban con todo lo que podían, porque a veces llegábamos descompuestos por el hambre”.
En aquel ranchito no había agua ni electricidad. Entonces iban al arroyo a lavar la ropa y a bañarse. En invierno las cosas se complicaban más y el frío se hacía sentir, entonces calentaban un poco de agua para poder higienizarse detrás de la vivienda.
“Ahí íbamos, siempre viviendo en la miseria porque mi papá nunca quiso salir adelante. Le gustaba tomar. Su vida también fue muy triste porque la familia que lo trajo de Villaguay le pegaba mucho y lo maltrataba. Y él hizo lo mismo con nosotros: nos crió a los golpes, a las trompadas, a los chirlos”.
Cuando Patricia tenía diez años fue a vivir a Paraná, como compañía de “una señorita”. Tenía que ayudar a limpiar aquella casa enorme, hacer mandados y acompañarla. Grande fue su decepción cuando la señorita en cuestión era una abuela mayor, una maestra jubilada que nunca se había casado… Quiso volver a Chajarí pero no pudo, lloró y se resignó. En Paraná fue a la escuela, aprendió que otra vida era posible pero cuando tenía 15 años, decidió volver a su casa porque estaba cansada de las “sacudidas y las palizas” que también recibía allá.
“Volví con mis padres. Todavía mi papá mi vivía. Comencé a trabajar como empleada doméstica o niñera. Todos mis hermanos aprendimos a trabajar y a poner la plata en casa. Cuando mi papá murió, mi mamá estaba embarazada de seis meses. Seguimos ayudándola y empezamos a juntar para hacer una casa. Hicimos dos piezas con mucho sacrificio, pero las cosas habían cambiado, ahora trabajábamos para salir adelante”, dijo al recordar la etapa que siguió a la muerte de su progenitor.
La vida siguió. A los 20 años Patricia ya tenía dos hijos sola y trabajaba. Entonces decidió alquilar una casa. “Trabajaba para que mis hijos estén bien. Tengo ocho hijos en total. Mi vida con mis hijos tampoco fue fácil. Los tres primeros son míos y de alguien que conocí. Y después me enamoré de un morocho grandote, un misionero que trabajaba conmigo cosechando fruta y nos fuimos a vivir juntos. Tuvimos cinco hijos. Él era super trabajador, pero le encantaba tomar… ganaba mucha plata, la embolsillaba, me tiraba unas monedas y se iba a la ruta. Allí cerraba una casa con todas las mujeres y se instalaba con sus amigos, ese era su hobby. O se iba a Misiones, allá hacía su vida y volvía. Yo no quería seguir así, pero tenía miedo de pedirle que se vaya de casa”.
De a poco Patricia comenzó a refugiarse en una Iglesia Evangélica y un día dijo basta. “Me arrodillé en una pieza y dije Señor no quiero más esta vida, dame fuerzas… Entonces tomé valor y le pedí que se vaya de casa. Me dijo “bueno Pati”. Eso fue todo. Quedamos siempre como buenos amigos”.
“Si tu quieres”
El haber vivido por situaciones extremas de dolor, impulsó a esta mujer a crear en 2016 el comedor “Si tu quieres”, que funciona en calle Estrada 4590 del Barrio Guarumba, en su casa.
“Puedo ver las necesidades del otro porque yo misma las he vivido. Veo las criaturas en la calle y me veo a mí, por más que las condiciones hoy son distintas. No puedo entender cómo gente que no está enferma vive en la pobreza y no se ponen manos a la obra teniendo hijos pequeños. Esperan que venga todo de arriba, tienen planes sociales, quizás tienen una casa pero falta orden, limpieza, no lavan la ropa… A veces duele el alma porque se les da cosas buenas y no cuidan”, dijo, conociendo exactamente de lo que habla.
Cómo se sostiene el comedor
Patricia explicó que para sostener el comedor “Si tu quieres” cuenta con una tarjeta de 24 mil pesos del Gobierno de Entre Ríos; con el aporte del Municipio de Chajarí que provee carne tres veces por semana más un surtido mensual y el aporte de mucha gente que siempre acerca alimentos.
Ella se encarga de cocinar para unas 50 personas por día que, en este momento, se llevan la comida a su casa porque “el comedor es muy frío”.
Como ingreso personal para solventar su propia vida, Patricia Klein cuenta con “una pensión de madre de siete hijos” más la ayuda de sus hijos varones.
El comedor está en calle Estrada 4590, Barrio Guarumba de Chajarí. El celular es el 3456 – 584884. Cualquier ayuda es muy bienvenida.