Por Cecilia Capovilla
“La Educación Emocional y la Neurociencia son nuevas herramientas que nosotros, como educadores, pretendemos brindar y difundir para que los docentes tengan otros instrumentos para trabajar con los chicos”, dijo Carlos Sigvardt, docente y capacitador, en una nota radial realizada en el programa El Espejo. En la misma, definió la Educación Emocional, sus objetivos, analizó la educación de hoy e instó a enseñar y aprender a expresar nuestras emociones, sensaciones, sentimientos, a generar empatía con el otro y lo más importante a amar y ser amados.
En un tono apacible y cordial, Sigvardt explicó que “la Educación Emocional nos ayuda a pensar de manera distinta; a soslayar desde la infancia los miedos, los temores y aprender a discernir qué es lo que nos produce alegría y tristeza. Cuando esto se aprende de chico, en la adolescencia se cuentan con herramientas para enfrentar esa etapa turbulenta. En cambio, un chico que no aprendió a manifestar sus emociones, en la adolescencia, para estar contento un rato es probable que apele a químicos”.
“La educación emocional insta a vivir mejor, con la incorporación y la creación de hábitos buenos que mejoran nuestra calidad de vida. El problema que se nos presenta es el Síndrome del Pensamiento Acelerado, que es el exceso de información. Un chico con diez años tiene la misma información que una persona de 70 hace 50 años. Este exceso de información, que no quiere decir que sea conocimiento, produce mucha ansiedad. También se presenta el exceso de pantalla y la obsesión por el consumo. Todo esto hace que el chico tenga sus impulsos a mil, y por esta razón debemos enseñarles a controlarse”, aseguró Sigvardt.
Educación Emocional es expresar lo que uno siente, lo que parece sencillo pero no siempre lo es. “Muchas veces se da en las empresas que intelectuales o destacados profesionales fracasan porque sus relaciones interpersonales no son buenas. Nosotros, a través de la Fundación Educación Emocional, estamos promoviendo la Ley de Educación Emocional, para llegar a niños y adolescentes a través del corazón, no de la mente; porque si no están contenido emocionalmente difícilmente puedan aprender”, sostuvo.
Los adultos tenemos la enorme responsabilidad de enseñar a los más chicos a expresar sus alegrías, sus emociones, la afectividad y la empatía, “La UNESCO pide estos cuatro pilares: enseñar a conocer, enseñar a hacer, enseñar a ser persona y a vivir juntos”, concluyó Carlos Sigvardt.
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