Por Cecilia Capovilla
Carlos Sigvardt, docente y capacitador en educación emocional, fue entrevistado en el programa radial El Espejo y habló de la escuela de hoy, sus inconvenientes, desafíos y la importancia de que docentes, padres y alumnos trabajen en conjunto en pos de una mejor formación integral de las personas.
Sigvardt comenzó aseverando: “Neurocientíficamente está comprobado que un chico no presta atención más de 10 minutos y nosotros queremos que esté sentado, escuchando y atendiendo 40 minutos. Por esto es necesario que a la estrategia la presente el adulto desde muchos puntos de vista, a veces desde lo actitudinal, porque muchas veces pasa que no nos escuchan porque nosotros no hacemos lo que decimos que ellos deben hacer –no predicamos con el ejemplo-”.
Ahora bien, aclaró Carlos en relación a la educación, “la mala noticia es que nosotros no podemos enseñar como nos han enseñado a nosotros, y como padres tampoco podemos educar a nuestros hijos como nos han educado a nosotros. Porque este chico ha cambiado. Muchas veces hago esta analogía: si uno hubiera puesto a dormir un cirujano por 100 años, lo despertás hoy y lo mandás al quirófano, no sabría qué hacer. Y si hubiéramos puesto a dormir un maestro, lo despertás hoy y lo mandás al aula, ésta no ha cambiado, está intacta. Pero el mundo ha cambiado y eso es lo que tenemos que darnos cuenta para ver cómo le hacemos frente. No podemos enseñar como nos han enseñado porque el chico está demasiado estimulado y los procesos sociales han cambiado”.
Y agregó, “a medida que pasan los años, en la escuela primaria se deja de jugar cuando no hay mejor forma de aprender que jugando. En ésto, padres y docentes tenemos que ser socios. Cuando hablo con los docentes les digo que no nos compete ingresar en la intimidad de la familia y cuando hablo con los padres les pido que respeten la dignidad del docente. Si un padre le habla mal del docente a su hijo, difícilmente el docente le pueda enseñar. Todo parte del respeto y de cómo el maestro encara la cuestión de educar. Ahí está la clave”.
“En educación emocional hacemos hincapié en capacitar a docentes, padres y alumnos, porque son las tres patas básicas que tienen que estar en correlación. Y no podemos echar culpas, cada uno debe asumir su responsabilidad. Hay que fomentar la creatividad, la curiosidad en el chico. Ya no podés tener clases homogéneas en las que los treinta chicos estén leyendo la misma fotocopia, porque el gusto es variado. Justamente por esto es que se habla de inteligencias múltiples, uno tiene gusto por la naturaleza, otro tiene gusto por las matemáticas, otro por la lengua. Además se aconseja no hacer tanto hincapié en el error sino estimular lo que el chico sabe, su potencialidad. Todas estas cuestiones hay que tener en cuenta al momento de enseñar”, explicó Sigvardt en la entrevista.
Por último, pero no menos importante, reflexionó sobre los ritos escolares y dijo lo siguiente: “Hay que darle significado a los ritos, por ejemplo se forma para entrar al aula desde el 1700 cuando los monjes ingresaban a sus claustros a estudiar. Los chicos por costumbre forman, pero nadie les explicó los beneficios del orden, del silencio, del respeto… Todo accionar escolar debe tener una significación y no se puede hacer ya por fuerza de la costumbre, porque cada vez desde más pequeños los chicos te interpelan preguntando ¿y esto para qué me sirve?, ¿y esto por qué? Es necesario también enseñar valores, enseñar que ser obediente es ser inteligente, si fuéramos obedientes en el tránsito no nos mataríamos en las rutas, si fuéramos obedientes ecológicos no tendríamos los problemas climáticos, si fuéramos obedientes en los métodos de prevención no tendríamos tal o cual inconveniente”, concluyó.