Por María Teresa Guignard
Duermes, sin saber lo que te extraño
-el cielo dibuja mariposas en las nubes-
para anunciarme que estás bien
que no te nombre. Que el color de la tristeza
las hace huir.
Duermes, sin saber que tu mirada
quedó entibiando mis pupilas
como estrella. Titilando.
Duermes, sin saber que de mi boca
tus palabras brotan a raudales. Inagotables,
cuando el tiempo determina
que es momento de decir las cosas
como son.
Y aquí vamos caminando
por la cornisa de este horizonte inalcanzable.
Oscila la sonrisa…oscilan nuestros pasos.
Se abren y cierran nuestros brazos
en un abrazo postergado.
Duermes papá y no te alcanzo
en ese viaje de sueños sin retorno,
porque tú no quieres que cruce la frontera
entre el cielo y el infierno. Me quieres entre el verde y azul
el rojo…y la ilusión. Me quieres simplemente
habitando tu nostalgia.