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13 marzo, 2024

“Uno tiene que trabajar con su violencia, con su sed de venganza para que los hijos no se conviertan en eso”

En 1997 los hijos de Gabriela Arias Uriburu fueron llevados ilegalmente a Jordania por su ex marido. Ahí comenzó un camino largo y doloroso por la revinculación y un proceso personal que la convirtió en una mujer sabia y profunda que, entre otras tantas cosas, ha librado una increíble batalla en su interior. Con ella dialogamos en EL ESPEJO.

GABRIELA ARIAS URIBURU

Por Claudia Cagigas

Gabriela Arias Uriburu se hizo mundialmente conocida a partir de la tragedia personal que le tocó vivir el 10 de diciembre de 1997, cuando su ex esposo, el empresario musulmán de origen árabe, Imad Shaban, secuestró a sus tres hijos Karim, Zahira y Sharif y se los llevó a Medio Oriente. Durante meses no supo el paradero de sus hijos y cuando logró ubicarlos comenzó una lucha que duró años, gestionando ante organismos internacionales, diplomáticos, gobiernos de turnos y diversas personalidades influyentes de la política. Los chicos nunca le fueron restituidos porque Jordania se amparó en las leyes del Islam, pero la presión internacional sirvió para que le permitan mantener un vínculo a la distancia y algunas visitas periódicas que ella debió realizar a Jordania. Radicada en Argentina –cuando los chicos fueron secuestrados la familia vivía en Guatemala-, logró levantarse de entre las cenizas, enfrentar los hechos, abrazar la espiritualidad y construir un camino de amor anteponiendo los derechos del niño por sobre todas las cosas.

Entrevistada en el programa EL ESPEJO, Gabriela Arias Uriburu ya no quiere hablar de aquel pasado porque considera que hoy es otra mujer. Sin embargo, reflexionó: “Los niños son tremendamente resilientes, tenemos muchos que aprender de ellos porque saben adaptarse, van aprendiendo a vivir con la situación que se le presenta. Toda mi tarea fue trabajar para reconstruir y sanar el ámbito familiar y para que ellos no volvieran a estar en riesgo en ese ámbito. Por supuesto que puse sus derechos por encima de mis derechos como mamá, trascendiendo lo que me pasaba, para convertirme en esa mamá medicina que necesitaban. Fue una labor enorme, agradezco todo lo que pulsó en mí y en mi historia familiar para que pudiera hacerla. Fueron muchos años en los que fui entendiendo donde estaban, la cultura; fui trabajando con mi terror, con mi desesperación, para que cada vez que nos encontráramos ellos no tuvieran que dirimir lo mío, sino que yo pudiera acompañarlos a dirimir lo que ellos estaban viviendo”.

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Anteponer los derechos de los niños y colocarnos en un segundo plano no es tan fácil ni tan habitual, aunque levantemos la bandera de que hacemos tal cosa por nuestros hijos sumergiéndonos en una batalla feroz, llena de odio, sed de venganza y justicia propia. “Anteponer los derechos de los niños implica dejar el ego a un lado, dejar todas tus carencias, tus quejas, tus juicios y entrar ahí con una generosidad enorme. Yo no iba a dejar que esa fuerza asesina -así la he descrito en los libros- me convierta en un misil… En mi libro Enemigo Intimo es donde más lo expongo: uno tiene que trabajar con su violencia, con su sed de venganza, con su justicia para que los hijos no se conviertan en eso. Es un trabajo muy intenso que me llevó a un grado de presencia en la vida completamente diferente… Hoy veo esa obra cuando mis hijos sonríen, cuando están en sus trabajos, cuando están desarrollando sus familias. Entonces digo gracias a Dios que no me convertí en guerra”.

Enemigo íntimo

Gabriela Arias Uriburu resaltó varios puntos a tener en cuenta cuando nos enfrentamos a situaciones complicadas y dolorosas.

“A nivel sistema, la víctima y el victimario están por doquier. Lo primero que te va a recomendar la gente es que te vengues. Es importante que sepas que hay un sistema que va a empujarte a que te conviertas en un violento”.

“Otro punto importante es que cada situación que una persona está viviendo no solamente está hablando de la persona sino de todo un funcionamiento que uno tiene que revisar en uno y afuera”.

“Lo más importante, es empezar a trabajar con esta dinámica dentro nuestro. Karl Jung decía que la víctima y el victimario están en nuestra psiquis. Cuando uno parte de este principio fundamental, te encontrás con un desquiciado en tu interior que te va a prohibir el camino de evolución. Esa parte es el antagónico, el enemigo íntimo. Entonces, hay que ir al encuentro de la psiquis que está frustrada, que no te permite la plenitud. Y también hay que trabajar con la víctima, porque víctima y victimario están juntos… Cuando empezar a mirar a ambas partes, comienza el autoconocimiento… Es importantísimo conocer la parte tuya que te destruye. Por eso, la primera guerra la tenemos adentro”.

Gabriela también se refirió a las reparaciones que logró realizar en su propia historia y en la de su árbol genealógico, a través de las constelaciones familiares. Te dejamos el link de la nota completa más arriba.