El ingeniero agrónomo Alejandro Booth opinó que es posible trabajar 500 hectáreas de manera orgánica, sin agrotóxicos, logrando rindes económicos superiores al sistema convencional. Pero aclaró que la transición lleva tiempo porque hay que enriquecer el suelo y mejorar la actividad biológica, hasta que ese sistema pueda sostenerse por sí solo. Una nota de EL ESPEJO.

Por Claudia Cagigas
El ingeniero agrónomo Alejandro Booth es de Chajarí, pero está radicado en Buenos Aires. Sin embargo, trabaja en varias provincias asesorando en producción agroecológica -cultivos sin agroquímicos- y formando a productores en una forma integral de cultivo que pone la mirada en la vida del suelo, en un sistema productivo que favorezca el desarrollo de predadores naturales, que funcione equilibradamente y no requiera del uso de agroquímicos.
Este enfoque integral que, por lo general, no se enseña en las facultades, no pone en dudas si los fertilizantes dan mayor rinde o menos rinde a un cultivo, sino que enfoca otras cosas que ocurren en el sistema productivo. Invitado en el programa El Espejo (Radio Show Chajarí), Alejandro Booth ejemplificó haciendo alusión a las malezas. “Quienes apoyan la forma tradicional de producción –con agrotóxicos- sostienen que las malezas compiten con las plantas quitándoles el agua y los nutrientes, entonces usan herbicidas para combatirlas. Pero no tienen en cuenta que la maleza o lo que fuera que cubre el suelo, mejora la infiltración de agua, permite inyectar hidratos de carbono y favorece el desarrollo de la microbiología del suelo. Entonces, cuando el sistema productivo pierde esa función, los suelos se compactan, aparece la erosión hídrica, la erosión eólica y los suelos empiezan a morir porque pierden fertilidad… Eso ocurre con los herbicidas, con los insecticidas, con los fungicidas: generan sistemas tan débiles que requieren cada vez más productos porque va empobreciendo el cultivo, en vez de enriquecerlo”.
¿Cómo se realiza la transición de un sistema convencional a uno agroecológico?
Uno de los argumentos que se esgrimen en contra de la producción orgánica es que no rinde, no da tamaño ni calidad. Para el ingeniero Booth esos argumentos son falsos y lo explicó en los siguientes términos. “Cuando uno viene de un sistema productivo donde se inyectan fertilizantes y agroquímicos y se quiere pasar a un sistema orgánico, hay que dar tiempo a esa biología para que el sistema cambie. Tiempo para enriquecer el suelo, para mejorar la actividad biológica; tiempo para lograr diversidad hasta que el sistema se sostenga por sí solo. Esa transición lleva muchas aplicaciones de productos naturales y la siembra de diversidad de pasturas para resolver problemas que plantea cada lote. Por ejemplo, en San José, trabajamos en una finca de nuez pecan que era una arrocera. El suelo era dificilísimo, pero pusimos plantas que puedan penetrarlo, horadarlo, que, una vez muertas, puedan dejar una raíz fuerte para que comience a actuar la microbiología. Con esta medida ya empieza a infiltrar el agua de lluvia y no se es tan dependiente del riego. Este proceso lleva tiempo. Un año, dos años, tres años, cinco años como máximo si se hacen las cosas bien, para lo cual les planteo a los productores que comiencen de a poco, con parcelas entre dos y cinco hectáreas para que puedan habituarse a hacer cosas distintas. Ya no van a comprar un producto y lo van a echar -quizás al principio lo haga si hay alguna disponibilidad de productos orgánicos-, pero en realidad van a sembrar cosas, van a elaborar sus propios productos, lo cual lleva a bajar mucho los costos de producción”, afirmó.
¿Realmente un productor puede elaborar sus propios biofertilizantes?
Booth y su equipo de trabajo proponen a los productores que optan por el sistema orgánico, elaborar sus propios productos para combatir las plagas y para fertilizar también. “En El Brillante, un pueblito cerca de En San José, había una finca que era el problema del pueblo: cada vez que prendían el tractor los vecinos iban a la puerta a decirles que no querían que apliquen nada. Entonces empezamos un proceso de elaboración de los propios fertilizantes y hoy producen unos 15 mil litros por año de biofertilizantes. Esos biofertilizantes están hechos a base de contenido ruminal de vaca, suero de leche y algunos minerales y micronutrientes que permiten una mejor actividad celular de la planta para que ésta comience a estar más fuerte”.

¿Se necesita una gran inversión para fabricar biofertilizantes propios?
Alejandro Booth asegura que sólo se necesita invertir en capacitar al personal. “Vamos –somos un equipo conformado por varios colegas- y capacitamos al personal para hacer biofertilizantes, caldos terapéuticos para control de plagas, de hongos, todos con insumos naturales: ceniza, jabón, azufre, cal…. Y en base a este tipo de manejo, el productor comienza a desanclarse del dólar, porque los insumos agropecuarios tradicionales dependen del valor del petróleo o del dólar”.
¿Todas las enfermedades se pueden combatir o todos los nutrientes que la planta necesita se pueden lograr apelando a la fabricación propia?
Para Booth no hay dudas de que se puede lograr. “En el sistema agroecológico se favorece el aumento de la materia orgánica en el suelo, se favorece el desarrollo de la biodiversidad para tener refugio para los controladores de plagas, se favorece la fertilización para fortalecer las plantas y que no sean atacada por una plaga…”.
Pero un tema sumamente importante es que “el bicho es un mensajero que aparece porque la planta está desequilibrada. No aparece porque anda dando vueltas y de repente se le ocurre atacar y se transforma en plaga. A esto ya lo han estudiado los biólogos: cuando una plaga se desarrolla en un cultivo es porque el cultivo le está dando la comida por el mal estado nutricional de esa planta. Cuando en una fertilización convencional se quiere lograr una planta de más tamaño, se aplican grandes cantidades de esos nutrientes, la planta crece, se desarrolla, se desequilibra y la savia empieza a estar como muy dulce para los bichos y genera olor que atrae insectos. Por eso, cada vez se aplica mayor cantidad de agroquímico y hay menos fauna benéfica. Entonces, lo que uno nota cuando empieza a hacer una transición hacia la agroecología, es que empieza a ver predadores naturales”.
Otro dato a tener en cuenta es que “los agroquímicos entran a la planta y al entrar a la planta muchos de ellos pasan al fruto y comenzamos comerlos... Lo más grave es lo crónico, porque la mayor parte de las verduras se producen en forma convencional, usando agroquímicos. Te van a decir que tenés un tiempo de carencia y que si esperás ese tiempo el veneno ya está. Pero yo veo los análisis del Mercado Central, porque también trabajo ahí, y he encontrado pimientos con ocho agroquímicos… todo eso está adentro del fruto, no es que se aplicó después, en el post cosecha… Estos alimentos tienen menos cantidad de minerales, proteínas, vitaminas que la que deberían tener… Nos estamos perdiendo la nutrición, por eso estamos cada vez con más enfermedades, no sólo por la aplicación de agrotóxiccos en periurbanos sino por lo que comemos”.
¿Es rentable un sistema agroecológico?
“Un sistema agroecológico bien manejado es mucho más rentable que un sistema convencional porque no dependés del valor del petróleo como depende los insumos del sistema convencional. Son sistemas intensivos, se aplican productos naturales cada 15 días cuando uno inicia para poder suplir lo que no está dando el suelo y luego estas aplicaciones son con menor frecuencia”, aseguró Booth.
A modo de ejemplo, comentó que el año pasado, en Concordia, realizaron una experiencia con naranjas de verano. “El productor nos decía que con 36 toneladas por hectárea estaba más que conforme. Empezamos en marzo, enseñamos al personal a hacer los preparados, hacíamos aplicaciones cada 15 días, seguimientos y tuvimos un rinde de 48 toneladas por hectárea. Nosotros también estábamos sorprendidos. Nos rindió un 40% más de su máximo rinde. Lo hicimos en 10 hectáreas porque era un ensayo”.
Booth subrayó que en un sistema de producción orgánico “los costos caen al piso” cuando uno puede fabricar sus propios productos. Y, además, existe la alternativa de hacer otras producciones en el mismo espacio: “pecanes, novillos en un pastoreo racional, abejas, pollos y gallinas ponedoras, sin necesidad de un gran espacio”.

¿Podría un gran productor trabajar manera agroecológica?
El ingeniero Booth asegura que la producción agroecológica es posible en lotes de 200 hectáreas y hasta de 500 hectáreas siempre y cuando el proceso se realice en forma gradual y organizada. Además, aclaró que es posible obtener frutos de excelente tamaño y calidad. “El tamaño y la calidad no da cuando se hace mal, como tampoco da cuando se hace mal en el sistema convencional. Si lo hacés orgánico, en forma intensiva, adaptándote a las herramientas que tenés en tu zona para incorporarlos a tu producción, vas a lograr pimientos y tomates mejores que los convencionales, más pesados, con más minerales, con otro tipo de savia. Lleva tiempo, hay que saber hacerlo y es intensivo”, concluyó Alejandro Booth.