Jean Claude Michaca trabajó en varias corporaciones mundiales y luego de “haber ocupado un puesto de super jefe y haber ganado como un loco”, decidió que quería tener una vida más sencilla. En esta nota habla de su vida, pero también del impacto que el desarrollo tecnológico tiene en la población mundial y de un plan sistemático para reducir drásticamente la población.
Por Claudia Cagigas
Jean Claude Michaca es un empresario libanés radicado en Ginebra, Suiza. Llegó a ese país cuando tenía 14 años, junto a sus padres y sus dos hermanos, huyendo de la guerra que azotó Beirut entre 1975 y 1990. Habla seis idiomas (francés, inglés, español, italiano, alemán y suizo alemán), se graduó como Ingeniero en Informática, tiene un Master en Business Administration y trabajó durante décadas para Digital Equipments y para Oracle (una mega multinacional de la Silicon Valley, ubicada en el extremo sur de la Bahía de San Francisco, base del corazón de la tecnología informática). Actualmente tiene su empresa de Consultoría y trabaja en forma independiente. Entrevistado para el programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí), Jean Claude contó parte de su historia.
– ¿Qué recuerdos tenés de tu vida en Beirut?
– Pasé los primeros 18 meses de la guerra en Beirut. En los años 70, los palestinos intentaron hacer un golpe de estado en Jordania y el rey los echó. Entonces se fueron con sus armas a vivir al Líbano… Era como que teníamos un país dentro de otro país; los palestinos querían hacer un golpe de estado para tener otro país. La guerra comenzó con pequeñas peleas en los barrios entre palestinos –en su mayoría musulmanes- y cristianos y luego se extendió por todo Beirut.
Recuerdo que durante varios meses se cortó la electricidad y el agua; era muy difícil encontrar comida. En la frontera entre el barrio cristiano y el musulmán había francotiradores. Un día fui a visitar un amigo y una bala me pasó casi a un centímetro de la oreja. Yo tenía 13 años, pero eso me quedó grabado hasta hoy. Otra mañana fui a buscar el pan, cuando regresaba una bomba cayó a 200 metros y vi una persona desplomándose.
– ¿Cómo lograron salir de Beirut y radicarse en Suiza?
– Mi papá trabajaba en una empresa suiza que estaba en el Líbano, era responsable por el Medio Oriente. Pero cuando la guerra empezó todas las empresas cerraron, él no tenía manera de ganarse la vida, entonces vivimos con ahorros y después empezó a negociar con la empresa matriz para ir a Suiza.
Él se fue antes que nosotros con permisos temporarios que iba renovando cada tres meses, hasta que consiguió el permiso para llevar a toda la familia.
– ¿Costó dejar la tierra natal?
– Claro, porque nosotros conocimos un Líbano que era la Perla del Oriente. Había mezcla de la cultura europea, francesa y oriental. Era la dolce vita del Líbano, era una maravilla, tuve una infancia linda, con playas y amigos, sin problemas. Nosotros no vimos lo que estaba pasando alrededor de nuestro país. Era un país pequeño, muy rico, la plataforma financiera del Medio Oriente.
La inmigración que se dio a partir de la guerra dependió de la comunidad. Los cristianos fueron en su mayoría a Francia, Suiza, Bélgica, Canadá y Estados Unidos. Y los musulmanes se fueron a África y Medio Oriente.
– ¿En qué lugar de Suiza se radicaron y cómo fue ese proceso?
– Nos radicamos en Lucerna. Es la parte alemana de Suiza y la gente es más cerrada. Cuando llegamos, durante los seis primeros meses me dediqué a aprender el alemán, pero era complicado porque en la calle la gente habla el suizo alemán, que es casi un segundo idioma.
También tuve que acostumbrarme a la cultura, a la forma de ser de la gente que era muy distante, muy fría en relación al Líbano.
Hice la secundaria hasta los 16, luego tres años de aprendizaje (es como una escuela de oficios), luego la carrera de Ingeniería y un master en Business Administration.
– ¿Para qué empresas trabajaste y cómo lograste insertarte laboralmente?
– Empecé con una empresa que ya no existe, Digital Equipments. Ahí trabajé desde 1988 hasta 1991. Luego pasé por la desaparecida Oracle, un monstruo de la Silicon Valley (Silicon Valley aloja muchas de las mayores corporaciones de tecnología del mundo y miles de pequeñas empresas en formación. Está ubicada en el sur de la Bahía de San Francisco y es base del corazón de la tecnología informática).
En esos años no era fácil para las empresas de tecnología encontrar gente calificada, porque las escuelas de ingenieros no producían el perfil para la informática. Entonces, empresas como IBM, Hewlett Packard (entre otras) tenían sus universidades. Todos los que trabajamos ahí tuvimos que pasar casi nueve meses reaprendiendo la tecnología de las computadoras, cómo hacer una presentación, cómo cualificar las necesidades de un cliente, y al final tuvimos que rendir un examen.
En Oracle estuve 25 años. Comencé como Ingeniero Comercial en Ginebra para el sector bancario y después de tres años me mudé para manejar casi a escala mundial una cuenta internacional del grupo Reuters.
Después me enviaron a abrir el mercado del África, era mi primer puesto importante… Yo empecé a abrir oficinas, a buscar gente, a lanzar nuevos productos en el mercado. Reuters vende terminales informáticas donde hay noticias financieras. Entonces, para manejar este programa vendimos bases de dato que permitan integrar el producto que Oracle ofrecía con los productos de Reuters. Es un trabajo de ingeniero, ventas, marketing, desarrollo comercial, todo lo que tiene que ver con negocios.
– ¿Volviste al Líbano?
– En 42 años sólo fui dos veces por amigos. Hice una cruz en mi pasado, no quiero vivir en ese pasado, estoy muy bien aquí, me gustan los valores de este país y es mejor así.
– ¿En qué trabajás hoy?
– Tengo mi empresa de consultoría y soy independiente. Hago consultorías en estrategias comerciales. Es mi especialidad.
– ¿Cómo ves la evolución de la comunicación virtual y de la tecnología en general?
– La tecnología está cada vez más invasiva. Hace 40 años la computadora era un gran aparato lejos de las personas. Luego llegó la PC a tu escritorio, después la Laptop sobre la falda, más tarde el iPhone en tu mano, el Apple watch en tu muñeca y estamos hablando para los próximos diez años de una mezcla entre el humano y la tecnología -el transhumanismo-.
Por otra parte, ya estamos reemplazando gente por computadores. En los años que van a venir, la mitad de los empleos desaparecerán reemplazados con algoritmos e inteligencia artificial… Este concepto empieza en los Estados Unidos, China, luego Europa y también con esta tecnología de blockchain veremos que partes enteras de bancos van a desaparecer (La blockchain generalmente se asocia con el Bitcoin y otras criptomonedas, pero estas son solo la punta del iceberg).
La gente que sepa adaptarse tendrá posibilidades, pero la gente que vive de sus manos o hace trabajos repetitivos, algún día será reemplazada por un algoritmo o un robot.
– Según tu opinión, ¿cuál es el objetivo final detrás de todo esto?
– Hay gente muy poderosa financieramente, que piensa que para arreglar los problemas tenemos que llegar a un planeta de un millar de personas (en vez de los 7 y medio de ahora) y saben que con la tecnología no necesitamos tanta gente. Si conectas este punto, ya sabes lo que quieren hacer. Yo no creo que vayan a ganar la batalla.
De todas maneras, creo que no podemos seguir creciendo como lo hemos hecho en los últimos 30 años; no tenemos los recursos naturales para seguir así, entonces en algún momento tenemos que parar, mirar cómo vivimos, cómo consumimos y regresar a un nivel más simple, más local y eso es difícil de controlar.
Esa es la batalla que vas a ver, con gente muy poderosa como Bill Gates y gente que dice no quiero más este tipo de vida, quiero ir al campo, tener mi casa, mis pollos y una calidad de vida más alta que la que puedo tener ganando mejor.
Yo pasé por esta experiencia, por eso hace tres años salí del mundo corporativo, no podía más. Gané muy bien, pero pasé cada semana viajando por todos lados, nunca en casa, estaba agotado. Ahora tengo tiempo para mí, para tener una vida social interesante, encontré el equilibrio entre mi vida profesional y privada y estoy transmitiendo mis experiencias a otras personas para que tomen conciencia. Soy más feliz ahora que cuando tenía un puesto de super jefe y ganando como un loco”, concluyó sabiamente Jean Claude Michaca.