Las personas con discapacidad sienten el mismo deseo sexual que cualquier persona. Negarles este derecho les suma angustia y reduce su autoestima. Aceptarlo y buscar soluciones es una forma más de abrazar la diversidad. Una nota con Pablo de la Iglesia.
Por Claudia Cagigas
Si la sexualidad aún es un tema tabú en gran parte de nuestra sociedad, mucho más lo es la sexualidad en personas con algún tipo de discapacidad. Los prejuicios abundan y nos olvidamos que se trata sólo de eso: prejuicios. Guste o no nos guste, las personas con discapacidad sienten deseo sexual y éste último constituye un derecho que abarca a todos.
Si hablamos de discapacidad, afortunadamente hay algunos países que tienen otra mirada y para resolver este problema aceptan la sexualidad asistida en personas discapacitadas, a través de asistentes cuya función va mucho más allá del coito. Su tarea es muy amplia: ayudar a que personas que no pueden masturbarse por problemas físicos –una cuadriplejia o un temblor involuntario de las manos- puedan hacerlo; acariciar; abrazar, entre otras tantas.
¿Qué es un asistente sexual? Antecedentes
Pablo de la Iglesia es una persona que sufre esclerosis múltiple y si bien tiene una pareja que no reviste ninguna discapacidad física, habla sin prejuicios del tema. Por cuestiones familiares y laborales suele viajar todos los años a España, donde la realidad es muy diferente a la nuestra. Entrevistado en el programa EL ESPEJO (Radio Show), planteó que “la sexualidad es un derecho” y comentó que, en España, si bien no está institucionalizada la figura del asistente sexual, “hay algunas asociaciones que han reconocido explícitamente este derecho y han empezado a explorar algunas posibilidades… Tándem es una asociación que tiene un protocolo. Un protocolo siempre es una limitación, quita espontaneidad a la sexualidad, pero garantiza ciertos niveles mínimos de satisfacción, de respeto. En España se está trabajando y en Cataluña es donde más se ha avanzado”, comentó.
En Argentina también hubo algunos intentos de institucionalizar el tema de la discapacidad y la sexualidad. “En el año 2014, la Legislatura Porteña organizó un seminario en el que convocó a la gente de ANMAR (Asociación Nacional de Meretrices Argentinas). Ahí sí se asoció el tema a la prostitución… en este caso se buscaba brindar un servicio a las personas con discapacidad. Por supuesto que es una cuestión controvertida y está a debate si es lo ideal o no. Pero lo cierto es que partimos del reconocimiento que la sexualidad es un derecho…. Como seres humanos dispara un montón de procesos madurativos en cuanto a cómo nos relacionamos, a nuestra autoestima”, entre otras tantas cosas.
La masturbación: otro tema para digerir
Si hablamos de sexualidad y discapacidad, “la penetración no es la única limitación que enfrentan las personas sino también la masturbación, que es una necesidad vital, es parte de la vida, y hay gente que no puede hacerlo. El asistente sexual puede masturbar o puede ayudar sosteniendo la mano a una persona que no puede hacerlo… El asistente sexual puede ser un tercero involucrado, que permita a una persona cuadripléjica acariciar, por ejemplo, es decir que cumple un montón de funciones, no sólo tener relaciones sexuales”, explicó.
La angustia de los padres
Los padres, que tienen que lidiar con la angustia de las limitaciones físicas, emocionales, funcionales de sus hijos y con la angustia de sus propias discapacidades que se manifiestan en forma de prejuicios que les impide resolver estas situaciones, también sufren mucho. “Pido perdón si ofendo a alguien, comprendo que el prejuicio o nuestras creencias son mecanismos muy fuertes, pero la problemática está y la tenemos que abordar. Yo simplemente estoy planteando preguntas y la experiencia de un observador que va lento por la vida, no soy especialista en este tema”, aclaró Pablo de la Iglesia.
“Creemos que las personas discapacitadas no tienen sexo y también creemos que las personas mayores no tienen sexo y los condenamos a no tenerlo. No sé cómo se resuelve esto, pero tenemos que buscar soluciones. Aunque cometamos errores, va a ser más beneficioso que la ausencia de solución”, opinó.
“Desde muy pequeños empezamos a formarnos estereotipos de cómo deben ser las relaciones… Sin embargo, los chicos con Síndrome de Down o las personas con discapacidades intelectuales no tienen esos estereotipos. Esto hace que se relacionen con absoluta naturalidad y sin los juicios de valor que tenemos los demás acerca de cómo deberían ser las cosas. Entre ellos hay amor o no hay amor, hay un intercambio valioso desde el punto de vista emocional o no lo hay. No están esperando nada, lo que ocurra es bienvenido. El amor ante todo y después las infinitas formas que puede tomar el amor”.
En encuentro revelador
Otro aspecto que Pablo de la Iglesia introdujo en la entrevista tiene que ver con el estímulo permanente al encuentro entre personas con discapacidad. “Y eso está bien. Es más, como persona discapacitada te digo que necesitamos estar entre otras personas discapacitadas que nos comprendan o que uno pueda comprender para poder descansar. Para una persona discapacitada el mundo de los normales puede ser agotador, necesitamos nuestros espacios. Pero cuando se trata de sexualidad, es necesario al menos una vez en la vida un encuentro revelador con una persona sin discapacidad. Ese es un encuentro transformador, puede ser una experiencia muy valiosa que te permita disfrutar ciertos potenciales, que te permita saber que hay un mundo diferente, que te posibilite tener una reserva en la imaginación para resolver cognitivamente un montón de fantasías. El hecho de que mi pareja no tenga una discapacidad física, me permite experimentar sexualmente cosas que yo nunca hubiera experimentado si mis parejas hubieran tenido una discapacidad física como la mía”, dijo.
Cuando se trata de sexo entre personas discapacitadas, “por ahí uno termina encontrándole la vuelta, pero la experiencia es mucho más limitada. Por eso, es importante que, al menos con un asistente sexual profesional, en un ambiente cuidado y respetuoso el discapacitado tenga el derecho a optar por ese tipo de experiencia”.
La sexualidad es un tema que nos pone cara a cara con la diversidad y la diversidad es mucho más que la diversidad de género. La sexualidad muchas veces nos enfrenta porque tiene que ver con las diferentes formas en que estructuramos nuestra moral, nuestras creencias, nuestros valores. ¿Pero qué pasaría si en vez de aferrarnos tan fuertemente a nuestros prejuicios tratáramos de entender al otro, tratáramos de ponernos en su piel, para respetar sus derechos? Mientras tanto, la búsqueda de soluciones en cuanto al tema discapacidad y sexualidad aún sigue siendo una materia pendiente en nuestro país, como en tantos otros.