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25 febrero, 2021

Cien años de soledad… la historia desconocida alrededor del manuscrito

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“Querido Julio:

Te escribo impulsado por la necesidad imperiosa de compartir un entusiasmo. Acabo de leer Cien años de soledad: una crónica exaltante y triste, una prosa sin desmayo, una imaginación liberadora. Me siento nuevo después de leer este libro, como si les hubiese dado la mano a todos mis amigos. He leído el Quijote americano, un Quijote capturado entre las montañas y la selva, privado de llanuras, un Quijote enclaustrado que por eso debe inventar al mundo a partir de cuatro paredes derrumbadas. ¡Qué maravillosa recreación del universo inventado y reinventado! ¡Qué prodigiosa imagen cervantina de la existencia convertida en discurso literario, en pasaje continuo e imperceptible de lo real a lo divino y a lo imaginario!

 

 

Pero en algún rincón debe haber un Aureliano con su cruz de cenizas en la frente que venga a protestar contra la crónica del biznieto del coronel Gerineldo Márquez, corrija los inevitables errores y proponga una nueva lectura, radical e inédita, de los pergaminos de Melquíades. Un día, querido Julio, me hablaste de la novela como mutación. Eso es Cien años de soledad: una generación y una regeneración infinita de las figuras que nos propone el autor, mago iniciático de un exorcismo sin fin.

Y qué sentimiento de que cada gran novela latinoamericana nos libera un poco, nos permite delimitar en la exaltación nuestro propio territorio, profundizar la creación de la lengua con la conciencia fraternal de que otros escritores en castellano están completando tu propia visión, dialogando contigo. Dialogando con nosotros.”

 

 

De esta manera, el escritor, intelectual y diplomático mexicano, Carlos Fuentes Macías (Panamá, 11 de noviembre de 1928-Ciudad de México, 15 de mayo de 2012)​, se dirigía a Julio Cortázar tras leer el manuscrito de Cien años de Soledad que le había enviado su amigo Gabriel García Márquez, cuando la obra aún era sólo eso: un manuscrito sin publicar.

 

Cuentan que García Marquez le había enviado el manuscrito a Fuentes cuando éste último vivía en Italia y que Fuentes quedó tan impresionado luego de leerlo que trató de ubicarlo para felicitarlo, pero no logró comunicarse con él. Entonces le escribió esa carta a otro amigo en común que vivía en París, Julio Cortázar.

 

Fuentes fue uno de los autores más destacados de su país y de las letras hispanoamericanas. Escribió novelas como La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz, Aura, Cambio de piel y Terra nostra, y ensayos como La nueva novela hispanoamericana, Cervantes o la crítica de la lectura, El espejo enterrado, Geografía de la novela y La gran novela latinoamericana.

 

Hasta el día de su fallecimiento fue considerado por un sector del público y de la crítica literaria candidato para obtener el Premio Nobel de Literatura. Mario Vargas Llosa expresó su deseo de que el siguiente autor de la lengua en recibirlo fuera Carlos Fuentes. Poco antes, Fuentes dijo, aludiendo al boom latinoamericano:​ “Cuando se lo dieron a García Márquez (1982) me lo dieron a mí, a mi generación, a la novela latinoamericana que nosotros representamos en un momento dado. De manera que yo me doy por premiado”.

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