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22 octubre, 2020

Aquella Delfina

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Se afirma que la Delfina era portuguesa, aunque otros sostienen que era porteña y se llamaba Delfina Menchaca. Habría nacido en 1800. Se sabe que murió en 1838 en Arroyo de la China.

Bella, valiente, luciendo uniformes prohibidos para mujeres, Delfina se ubicaba gallarda junto a su hombre: Francisco Ramírez.

No le temblaba el pulso en la batalla y la lanza no resultaba chocante ante su belleza, porque en la lucha su expresión se transformaba.

La Delfina apareció alguna vez en la vida de Ramírez y los días de ambos cambiaron para siempre.

¿Qué fue Delfina?, ¿cautiva?, ¿esclava?, ¿amante?. Puede haberse enamorado de Ramírez, pero de allí surgen otras preguntas: ¿por qué Ramírez, siendo jefe indiscutible y con todo el poder en sus manos, le dio el lugar de privilegio hasta ser poco menos que una reina sin corona?, ¿se enamoró el Supremo de la bella Delfina?, ¿la admiraba como mujer?, ¿o tal vez como bella mujer guerrera ocupó un lugar que asombraba a propios y extraños?

Sin lugar a dudas, Delfina era mucho más que una pobre cuartelera presa. Y al punto debe haber sido así porque Ramírez dejó de lado su relación con Norberta Calvento, niña de la sociedad y hermana de un íntimo amigo, para sellar su relación con la Delfina.

Entre tantos supuestos, es dable considerar que en esa mujer había mucho más que un cuerpo atractivo y un alto nivel de sensualidad, a quien Ramírez hubiera podido tener igualmente dadas las circunstancias. Delfina cautiva sería sobre todo seductora y orgullosa a pesar de su situación. Dispuesta, decidida y bella, muy bella.

La relación fue fuerte. ¿Alguien ganó en ella?, seguramente nadie. ¿Es que alguien gana en el amor si este sentimiento está presente en ambas partes de una pareja?. Las dos partes salen favorecidas cuando los sentimientos son profundos.

Claro está que cuando se habla de amor, las explicaciones y los análisis “hacen agua”. ¿Por qué una persona se enamora de otra, cuando pensaba formalizar una relación con alguien absolutamente distinto? Es difícil de explicar, pero Ramírez y la Delfina no buscaron explicaciones, Habían hallado a la persona indicada.

La memoria popular sostiene que Ramírez murió en el intento de salvar a Delfina de la partida enemiga, pero esto, si bien suena muy romántico y novelesco, carece de asidero real.

Se sabe, eso sí, que la Delfina, con la ayuda de Anacleto Medina y tras seis meses de terribles vicisitudes, volvió a Arroyo de la China. Allí vivió 18 años más. Allí recordó a su Francisco hasta el día final.

Podría formularse una pregunta más: en esta historia, ¿habrá salido ganadora Norberta Calvento, aquella novia dejada de lado y que esperó a su amado Francisco a sabiendas que ya no regresaría?. En suma, tanto ella como la Delfina, terminaron unidas por el mismo amor y una parecida soledad.

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