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3 mayo, 2023

Mujeres que rompen paradigmas y se dedican a “oficios de hombres”

Electricistas, sanitaristas, árbitros de fútbol, camioneras, mecánica de autos, son oficios que hoy desempeñan algunas mujeres de Chajarí, despojándose de prejuicios y metiéndose en un mundo exclusivo de hombres. En esta nota de EL ESPEJO, te las presentamos.

IVANA MASETTO. Camionera de Chajarí

Por Claudia Cagigas

A Ivana Masetto (47) siempre le gustó el camión, pero nunca se imaginó que sería chofer de uno de ellos. La vida tiene sus sorpresas… hace unos años, su marido, también camionero, le propuso enseñarle a manejar, porque él ya no podría sacar el psicofísico por ciertos problemas de salud que lo aquejaban. Ella aceptó y dentro de las arroceras comenzaron las clases de conducción.

El camión que Ivana maneja tiene 13 cambios y es de gran porte. No obstante, ella se siente segura, explica que no hay que perder la tranquilidad y que siempre hay que tener todo en perfectas condiciones.  Convertirse en camionera le dio la posibilidad de pasar más tiempo con su marido, ya que siempre viajan juntos.

Hay semanas en que sus días transcurren arriba del camión. Allí duermen, tienen todo lo necesario para cocinar y aparentemente no la pasan nada mal. Ñoquis, tortas fritas, estofado de pollo, asado y muchas comidas más, son parte de la gastronomía que comparten con colegas cuando llegan a descargar al molino. Mientras los hombres descargan, Ivana cocina, amasa los ñoquis, siempre contando con otro camionero que la asiste. Si ella cocina, otro se encarga de lavar… así es la organización.

Dormir en la ruta no es fácil. “Hay estaciones de servicio que no te permiten dormir porque la delincuencia está a full. Entonces siempre llegamos al molino o a la chacra, ahí quedamos y al otro día cargamos… Pero hay molinos que tampoco te dejan entrar y quedás en la calle, te vas poniendo en la cola de camiones a medida que llegás y eso tampoco es muy seguro”, explicó.

IVANA MASETTO. CONDUCE JUNTO A SU MARIDO Y SUELEN PASAR VARIOS DÍAS ARRIBA DEL CAMIÓN.

En la ruta se hacen amigos e Ivana da cuenta de ello. También hay muchas vicisitudes que no sólo tienen que ver con el lugar para pernoctar sino también con la higiene personal y el acceso a un baño digno. Pero nada detiene a esta mujer que, en pandemia, cuando no podía ducharse en una estación de servicio, se las ingenió para idear un sistema de ducha que colocó entre el camión y el acoplado. “Pusimos un balde de 20 litros, le hicimos un agujero, colocamos una canilla, lo pusimos arriba y ahí tuvimos la posibilidad de ducharnos de noche”, contó entre risas.

También hay lugares donde no hay baños para mujeres, como el puerto. En esos casos las camioneras tienen prioridad para cargar o descargar.

 Acompañada de su marido, hace el trayecto Entre Ríos/Corrientes. Ha vivido muchas situaciones lindas y jorobadas también. “Por ahí es un día espectacular y de repente encontrás un accidente, tenés que esperar horas y ves cosas feas…”, dijo.

Lo cierto es que a Ivana decisión no le falta. Basta con que su marido le diga que hay que salir de viaje para que se bañe, se perfume, se coloque sus cremas, se enrosque el cabello mojado en una toalla, se suba al camión y salga a la ruta. A medida que transcurre el viaje hay tiempo para ir acomodando el pelo … Y si una rueda se pincha, hay que viajar y cambiar…

Yanina Fochesatto (sanitarista y electricista)

Yanina Fochesatto hace reparaciones sanitarias (agua y cloaca) y también trabajos de electricidad. Durante 11 años trabajó en un negocio que se dedica a la venta de caños, griferías y diferentes elementos del rubro y su curiosidad la llevó a empaparse cada vez más y aprender.

YANINA FOCHESATTO. Su sueño es alternar la docencia con trabajos en obras.

“En esa época no había acceso fácil a internet. Entonces cada material, cada producto venía con su folleto y yo me leía todo. Siempre digo que no iba a trabajar sino a adquirir experiencia. Entonces, cuando los clientes del negocio tenían problemas y no conseguían quien les repare las canillas, yo les decía: ‘desarmá la grifería y tráela que yo te la arreglo (en el comercio)’. En un papel les escribía cómo tenían que hacer para desarmar, les hacía dibujos, todo de onda y a la gente le encantaba…”.

En el 2017 Yanina quedó sin trabajo y decidió dedicarse de lleno a la actividad, aunque reconoce que el día a día es complicado cuando uno no cuenta con un ingreso fijo. A la par, estudió electricidad en la Escuela Tuparaí y una vez que se recibió, comenzó el Profesorado de Tecnología en la UADER -Federación-. “A la mañana trabajaba y a la tarde viajaba y así solventaba gastos. Todavía no terminé, estoy en lo último”, contó.

Hoy Yanina trabaja como ordenanza en la Escuela 8 y también le encargan trabajos de mantenimiento en varias instituciones escolares. Una vez que culmine el profesorado, imagina su futuro alternando la docencia con algún que otro trabajo de agua, cloaca o electricidad, pero poniendo énfasis en la docencia. “Siempre me gustó relacionarme en obras, pero no me puedo quedar con los conocimientos, los tengo que transmitir, por eso elijo la docencia”, reconoció.

PODÉS VER LA NOTA COMPLETA AQUÍ.

Mary Pérez, árbitro de fútbol

Stella Maris “Mary” Pérez (56) es árbitro de fútbol. Nació en un tiempo en que jugar al fútbol era sólo cosa de hombres y no había equipos femeninos como en la actualidad. Su pasión comenzó desde muy pequeña, cuando su papá organizaba partidos en el Barrio Centenario, “pero las mujeres no podíamos jugar ni participar para nada”, recordó en el programa EL ESPEJO (Itel Radio 91.9 y Canal 2 de Itel). Como su hermano jugaba y su papá organizaba, luego de los partidos solían hacerse cenas en su casa para festejar, pero “las mujeres quedaban paradas contra la pared…”. Así eran las cosas por aquel entonces.

MARY PÉREZ. Ama el fútbol, aunque desde pequeña fue discriminada por ser mujer.

Un día la suerte pareció golpear a su puerta. Recuerda que tenía 12 o 13 años cuando un señor, Néstor Quirós, la fue a buscar para jugar. “Hizo un equipo de mujeres, habló con un señor de otro barrio para que arme otro equipo y así pudimos jugar mujeres contra mujeres. Pero fueron solo tres o cuatro partidos por el machismo que había”.

Los años fueron pasando, Mary se casó, tuvo dos hijos, Matías y Camila. “Ver a mi hijo jugar, ver injusticias al momento de cobrar y las ganas de estar en una cancha fue lo que me impulsó a formarme como árbitro. Yo quería pisar ese pasto porque ya no podía jugar… Opté por hablar con Benito Cabral para ver si podía entrar de árbitro, me dijo que el lunes me presentase en la Liga y ahí comenzó todo. Me recibieron muy bien, estuve dos años, luego cambió el presidente de la Liga y fue todo diferente”, recordó.

Mary se formó como árbitro. Estuvo ocho años en la Liga de Chajarí soportando muchos desplantes y discriminación. A los 50 quedó fuera de la Liga “por la edad”, pasó a Veteranos y más tarde a Feliciano. Actualmente, en algunas ocasiones la siguen llamando para arbitrar.

Sostiene que para ser un buen árbitro “hay que estar bien plantada, tener la mente clara y concentrarse en la cancha sin prestar atención al afuera”. Los insultos, si los hay, dice no escucharlos. Fuerte, aguerrida, así es esta mujer que ama el fútbol más allá de lo que su familia y la sociedad marcaba como “conveniente” para ella.

Sofía “Pocha” Araujo, mecánica de autos

Sofía Araujo desde chiquita tuvo interés por la mecánica. “Mi papá es camionero, lo veía en medio de los talleres, con un montón de gente que sabía un montón, todos dispuestos a arreglar, a buscar soluciones. Eso me provocaba admiración. Creí en ese ámbito”, contó para introducirnos en su historia.

SOFIA ARAUJO. Desde hace dos años trabaja en un taller mecánico. “La discriminación también viene de parte de las mujeres”

El papá de Sofía es camionero y siempre la llevaba en sus viajes o al taller. Por eso, también acuñaba el sueño de ser camionera, pero finalmente la suerte quiso que el taller sea su ámbito de trabajo, de aprendizaje y oportunidad de muchos momentos felices.

“Nunca salí a buscar trabajo en un taller porque sabía que me iban a discriminar. Pero un día llevé el auto a arreglar y el dueño me preguntó si conocía a alguien responsable, que quiera trabajar, porque se había quedado sin secretario. En el momento no dije nada, pero me quedé pensando y al ratito le mandé un mensaje y le dije que conocía a alguien”. Cuando el dueño le preguntó quién era esa persona, le mandó su propia foto y, quizás desconcertado, le respondió que vaya sólo por una semana.

Esa semana pasó, luego otra y otra más… Ya van dos años que Sofía trabaja en ese taller. Allí, “chijeteando” entre los autos, aprendió a desarmar frenos, tren delantero, ruedas, lo que sea… “Cuesta mucho agarrar confianza porque si dejás flojo algo, podés hacer un desastre… Todos los días aprendo y si hay algo no lo puedo solucionar, pregunto y sigo aprendiendo”.

¿Cómo reaccionan los hombres cuando van al taller y es Sofía quien se ocupa de la reparación de su auto vehículo? “No se enteran, se enteran cuando está hecho el trabajo o Nico dice que lo hizo él, por esta cuestión del machismo… Pero los que ya me conocen me tienen confianza. Las mujeres son mucho más complicadas, sufro muchas críticas de parte de ellas, mucha mala onda. Algunas se burlan de mis manos, de mis uñas, de mi pelo, de mi vestimenta en el taller…”.

Camila Marker, electricista

Camila Marker (23) es electricista, pero ejerce el oficio como “un extra” ya que lo que genera no le alcanza para vivir. La llaman solo para algunos trabajos chicos. No es fácil abrirse camino en un mundo de hombres y, además. Sin embargo, persevera.

CAMILIA MARKER. Electricista de Chajarí.

Su pasión comenzó de pequeña, desarmando juguetes que tenían cables. “Terminaba rompiéndolos, pero igual seguía desarmando”, contó.  La influencia de su papá también tuvo que ver. “Siempre lo veía haciendo alguno que otro arreglo y ahí andaba metida yo”, dijo.

En 2021 hizo un curso de electricidad en Villa del Rosario. Según contó, esa capacitación le sirvió para aprender mucho: desde cambiar un enchufe hasta poder realizar la instalación eléctrica de una casa desde cero.

El sueño de Camila es seguir capacitándose para dedicarse más a la electricidad. “Lo tengo en vista, pero tengo un nene chiquito y por el momento no tengo mucho tiempo”, explicó.

Ivana, Yanina, Mary, Sofía, Camila son mujeres que rompen estructuras, paradigmas sociales que determina a qué cosas tienen que dedicarse las mujeres y a qué cosas tienen que dedicarse los hombres. De a poco vamos levantando las barreras, haciéndonos más permeables a los cambios, pero el camino no es fácil y la resistencia aparece no sólo por parte de los hombres sino también de las mismas mujeres que muchas veces no aceptan, critican o se burlan de otras que se animan a seguir lo que verdaderamente quieren para su vida.