María Luisa y Vanina se casaron en 2014. Son el primer matrimonio igualitario de Chajarí y tienen un hijo de seis años. En esta nota, María Luisa habla de la violencia que vivió en su infancia, adolescencia y con su primera pareja. Cuenta cómo rompió con ese círculo vicioso para encontrar el buen amor en Vanina, habla del hijo que comparten y se refiere a los miedos que impiden –muchas veces- vivir tal como uno es.

Por Claudia Cagigas
María Luisa y Vanina son de Feliciano, pero hace diez años que viven en Chajarí. Llegaron a esta ciudad intentando comenzar una nueva vida, alejadas del acecho de la ex pareja de María Luisa y de la violencia psicológica que ésta ejercía. “Antes de Vanina tuve una primera pareja bastante conflictiva, muy asfixiante. Yo estaba muy enamorada y comprometida, pero un día dije basta y comencé a abrirme de la relación”, contó en el programa El Espejo (Radio Show Chajarí).
Ese fue el momento en que conoció a Vanina y comenzó a acercarse a ella. “Cuando le dije a mi ex pareja que se terminaba la relación, no lo aceptó, comenzó a perseguirme por las calles y hacerme la vida muy difícil. Así que decidimos venirnos a Chajarí. La violencia que ejercía era la misma que puede ejercer una pareja masculina, en eso no hay diferencia. La violencia psicológica a veces es peor”, agregó. “Fue difícil, la persecución duró algún tiempo y luego se terminó. Así pudimos arrancar de nuevo y vivir nuestra propia vida”.
María Luisa y Vanina se casaron en el Registro Civil de Chajarí el 6 de febrero de 2014 y tienen un hijo de seis años, Isaías.
La infancia violenta de María Luisa
“Somos seis hermanas. Tuve una infancia difícil porque mi papá era bastante mujeriego, salía, hacía sus cosas y después quería tener relaciones con mi mamá y si ella se negaba, le pegaba. Sufrí un montón, mis hermanas también. Cuando tuve 16 años dije basta, fui y lo denuncié… mi mamá nunca lo había hecho porque tenía miedo y en aquellos tiempos, al igual que ahora, nadie se metía… Sufrí mucho por la violencia entre mi mamá y mi papá, eso me marcó, me duele hasta el día de hoy. No me correspondía hacer la denuncia, pero no soportaba más y mis hermanas tampoco”.
“Soy lesbiana”
Detectar lo que pasa por dentro, los sentimientos y animarse a vivir en sintonía con lo que uno es, no es tarea sencilla; menos en una sociedad en la que todavía hay muchos tabúes y prejuicios. Sobre su “darse cuenta” y lo que sucedió a partir de ahí, mantuvimos la siguiente charla.
– ¿Cuándo te diste cuenta que te atraían las mujeres?
– María Luisa (ML). Desde siempre, con 6 o 7 años me enamoraba de la maestra; en la secundaria de la profesora… Para mí era normal… Pero siempre supe lo que quise, tenía muchas declaraciones de chicos, nos conocíamos, charlábamos, les decía la verdad y lo respetaron. Tengo más conocidos varones que mujeres…
– ¿Cuándo te animaste a contárselo a alguien?
– ML. La primera persona a la que le comentó fue a una hermana. Necesitaba compartirlo porque estaba feliz por lo que estaba sintiendo. Ella me escuchaba, pero nada más. En Feliciano fui la primera pareja lesbiana que se mostró públicamente. Yo no tenía vergüenza, no daba importancia a las miradas.
– ¿Qué sentís cuando alguien dice que la homosexualidad es una enfermedad?
– ML. Te voy a contar una anécdota. Hice cuarto y quinto año en un Colegio de Monjas en Buenos Aires. Era la novicia rebelde, daba mucho trabajo… Ahí estudiábamos la Biblia, la religión y obviamente decían que la homosexualidad era una enfermedad. Yo no caía todavía y hoy con los años vemos cómo está la Iglesia, pero eso viene de antes, de lo que pasaba en los Seminarios, en los Colegios y demás…. Yo no soy quién para juzgar, pero tampoco ellos tienen derecho a decir que somos enfermos; yo no estoy enferma, estoy sana. Desconocen el tema y por eso hablan… Si yo tuviera que estar con un hombre, no podría porque no lo siento…
– ¿Cómo llegó Isaías a tu vida y a la de Vanina?
– ML. Isaías es hijo biológico de Vanina. Ella quería tener un hijo porque me decía que ya tenía 26 años y quería ser madre. Entonces, de común acuerdo con un amigo, lo tuvo de manera natural. Yo al principio no estaba muy convencida, me preocupaba porque no le falte nada… pero ahora estoy feliz y lo siento tan hijo como si lo hubiera tenido yo.
– ¿Costó asumir que Vanina tenga un hijo biológico de manera natural siendo tu pareja?
– ML. Un poquito sí. Pero cuando comencé a ver el embarazo y luego, cuando nació Isaías, me olvidé de todo. Yo no lo parí, pero siento como que si lo hubiera hecho. Lo amo con toda el alma. Las dos somos sus madres y él nos dice mamá Luchi y mamá Vane.
También lleva mi apellido, pero eso es reciente porque cuando nació, todavía no se podía. Hoy la ley lo habilita, así que tiene el apellido de las dos.
– ¿Cómo es la relación con las madres y padres de los compañeros de escuela de Isaías?
-ML. Y… cuando íbamos al jardín, las madres nos miraban de costado, pero con el nene nada. Mientras no lo toquen, está todo bien. Las miradas lo dicen todo. El cuerpo habla, se expresa, no es necesario que te digan algo.
– ¿Cómo está la sociedad en cuanto a la aceptación de la diversidad sexual en relación a 20 años atrás?
– ML. La diversidad sexual sigue siendo un tema tabú. Si bien hay gente que la acepta, hay otra muy cerrada. El machismo está muy presente y eso hace que muchos no puedan expresar lo que realmente sienten. La gente grande –sobre todo- sigue opinando, hablando sin saber el daño que puede hacer a sus hijos, nietos, sobrinos… Lastiman desde la ignorancia.
– ¿Qué le dirías a las personas que no se animan a reconocerse tal cual son y sufren en silencio?
-ML. Conozco a muchos adolescentes y adultos que están reprimidos por la sociedad en que vivimos, así que considero que es un buen momento para repensar en la felicidad personal, que es lo que más importa. Estas personas reprimidas no pueden salir, no pueden mostrarte tal cual son y sufren mucho. Por eso les digo que no tengan miedo porque la felicidad la encontramos en uno mismo, no en la calle ni en otro lado y para ser felices no debemos mentirnos, no debemos hacer una vida que después va a ser frustrada, triste… Lesbiana, gay, tras… todos somos seres humanos y merecemos respeto.