Por Claudia Cagigas
Josefina tenía 8 años cuando su papá, Jorge Luis Amaro Etienot, Mayor del Ejército, fue enviado a Malvinas a cargo de la Compañía de Ingenieros de Combate 601 de Paraná. Su papá tenía 36 años. Su mamá quedó a cargo de los cinco hijos, entre ellos, Josefina. Concluida la guerra, el Mayor Etienot retornó a su hogar pero ya nada fue igual… Se sumió en sí mismo, comenzó a fumar, a engordar y a los pocos años murió de un infarto.
Josefina hoy es abogada y vice intendente de Paraná. En una entrevista realizada en el programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí), contó: “Yo estaba en segundo grado. Mi papá era mayor de Ejército y fue a Malvinas unos días después del desembarco. Me acuerdo que llegó a casa y nos dijo que se iba rumbo a Soledad, a cargo de la Compañía de Ingenieros de Combate 601”.
Hay muchas cosas de aquellos años que Josefina no puede recordar. Lo que sí tiene presente es que “fue una época muy rara, la ausencia de mi padre la tengo presente pero no tanto como la vuelta porque él no hablaba del tema, queríamos saber pero ellos –los veteranos de Malvinas- no hablaban. Hubo un maltrato institucional hacia los que volvieron de Malvinas, mucha indiferencia, pero ellos mismos se escondieron porque hablaban más entre ellos y al resto nos era muy difícil ingresar, ayudar. Mi papá después de Malvinas empezó a engordar un montón, entonces no se hablaba del estrés post traumático. Se murió por un infarto muy mezclado con esto. Era muy difícil sacarlo afuera… Como familia también tenemos que asumir esta situación que generaba mucho dolor”, relató.
La imposibilidad de hablar de lo que vivieron en Malvinas, es una situación que manifiestan casi todos los familiares de ex combatientes y ese dolor, ese horror encapsulado ahí dentro, poco a poco fue carcomiendo, destruyendo, quemando como un ácido… “Mi viejo era un tipo muy especial, nos hacía sentir como que no teníamos que participar de todo eso, a todos esos recuerdos se lo comían ellos”, ratificó.
Aquella pequeña hoy convertida en mujer, aún conserva una carta que su papá le escribió desde Malvinas –ver nota aparte-. En realidad, el mayor se tomó el trabajo de escribir con letra sumamente prolija una a cada uno de sus pequeños y otra a su esposa. “No me acuerdo cuando recibí esta carta. Cuando la recibimos la leímos, mi mamá las guardó y nos la entregó cuando mi papá falleció. Nos hizo un cuadro con una foto de papá y nos devolvió las cartas”.
“Los que fueron allá dejaron todo, detrás de cada suboficial y oficial, había familias, papás, hijos… Mi viejo hablaba de los muertos queridos, los que no volverán, los que dejaron sus huesos en Malvinas, Soledad y esperan el relevo que alguna vez ha de llegar”.
La compañía a la que pertenecía el papá de Josefina hizo la voladura del puente Fitzroy para defender Puerto Argentino frenando del avance enemigo. Al consultarte si su padre estuvo en el frente de combate al igual que los soldados, respondió: “Puerto Argentino era un frente, todos estaban en ese frente de batalla. El general Belgrano estaba fuera de la zona de guerra y lo hundieron, en todo el Atlántico no había un lugar seguro. Durante el día había momentos de combate y además se sumaban las tareas de intendencia (recolección de basura, suministros, todo)”.
Por último, Josefina Etienot dijo: “Hace un tiempo, cuando nos juntamos con los soldados pregunté más cosas y me dijeron: mejor no sepas, son situaciones extremas, la guerra saca lo peor de todos… sin perjuicio de esto reivindico a todos los que vistieron el uniforme en Malvinas. Esto de repensar la memoria, la verdad y la justicia te libera a pesar de lo que duele y de lo que hicimos mal….Tengo miedo que las generaciones futuras pierdan el sentimiento hacia Malvinas, si nosotros no mantenemos viva esta presencia en nuestra cotidianeidad. Malvinas no es el Beagle, Malvinas es un sentimiento. Queremos recuperarlas. Ojalá que la diplomacia esté a la altura de todo lo que dieron quieren dejaron la vida o lucharon allí”.