Tiene su propia FM, es productora de sandías y una emprendedora neta. Pero, por sobre todas las cosas, su presencia, su seguridad y su autoestima impactan. Liliana “Lili” Tamay, habló de su vida en EL ESPEJO.

Por Claudia Cagigas

Liliana “Lili” Tamay tiene 53 años y lo dice orgullosa. Nació el 12 de septiembre de 1969 en barrio Sacachispas de Chajarí -al límite del Santa Rosa- y creció fabricando cajones junto a su familia. La peló mucho. Se casó muy jovencita, tuvo siete hijos -uno de ellos ya fallecido- y dos matrimonios. Pero más allá de las adversidades que la vida le puso enfrente, fue construyendo una seguridad, una autoconfianza y una autoestima que, sin lugar a dudas, son los pilares de su vida.

“Muerta antes que sencilla” es su lema. Se levanta, se maquilla, se arregla para estar en la intimidad de su hogar y ni que hablar si se trata de mostrarse puertas afuera. Brillos, ropa ajustada, botas, tacos, maquillaje impactante, cabello negro generalmente recogido con esmero -hoy con una producción de trenzas y extensiones-, uñas larguísimas y super producidas, infinidad de pulseras que cubren gran parte de sus brazos, anillos en cada uno de sus dedos, anteojos de sol y varios accesorios más, son los que elige a la hora de su arreglo personal. Ella es “Lili” y donde llega eso queda clarito. Pasar desapercibida, jamás…

No le importa el que dirán, no le importan las habladurías ni la opinión del resto, con la suya alcanza y sobra. “Chajarí es muy de las habladurías, muy de hablar por la espalda, pero aprendí a ignorar… A mí me resbala lo que digan, sé lo que soy y como soy, desde chica aprendí a trabajar y lo que tengo lo logré así… No hay que perder energía en fijarse en lo que hacen los demás sino usarla para uno mismo. Es el único secreto para llegar a algo”, dijo a modo de reflexión final en la nota sobre su vida, que te podés ver aquí .

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