Luciano Mohr es parte de una empresa familiar que desde hace décadas se adecua a los cambios tecnológicos. Sin embargo, habla de zonas rurales donde aún no ha llegado la electricidad.
Por Claudia Cagigas
Luciano Mohr conoce el campo desde pequeño. Recuerda que su abuelo lo llevaba a caballo a recorrerlo y así creció, nutrido por los conocimientos del hombre rural. Hoy tiene 37 años y es parte de la empresa familiar Cabaña El Mojón, de la localidad de Urdinarrain, Entre Ríos. Asegura que “el campo ha cambiado rotundamente en las últimas décadas” porque se ha tecnificado mucho. Invitado especialmente al programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí) durante el desarrollo de la Fiesta de la Sociedad Rural local, aseguró que ya casi no queda gente viviendo en zonas rurales y que increíblemente todavía existen lugares donde la energía aún no ha llegado o caminos cuyo mantenimiento sigue siendo crítico.
Como cabañero de raza, contó en qué consiste su trabajo. “Los cabañeros nos ocupamos de la inseminación, de los terneros que se obtienen, su preparado y engorde para lo remates y el mantenimiento en sí del corral. El cabañero se ocupa de que el animal llegue en condiciones óptimas al mercado y de la parte sanitaria”, explicó Luciano Mohr.
La Cabaña el Mojón es una empresa familiar que empezó con su abuelo, su padre y su tío y hoy también la integran Luciano, sus hermanos y sus primos. “Al campo lo mamé desde chico, aprendiendo los quehaceres, por eso siento amor por lo que hago y mucho compromiso… Es difícil mantener una empresa familiar a lo largo del tiempo porque hay que ir modernizándose, acompañando los tiempos que viven. Las empresas familiares son difíciles pero llevaderas porque no deja de estar todo en familia y eso es una de las grandes virtudes. El tema fundamental es tener los objetivos claros para que sea viable”, comentó.
¿Qué papel juegan las mujeres de los hombres de campo?
“Las mujeres juegan un papel fundamental en cuanto al apoyo. Parte del éxito de nuestra empresa fue el apoyo incondicional de la parte femenina. En nuestro caso las mujeres no participan en el trabajo rural. Su aporte es desde la escucha, desde lo afectivo, desde la contención; es llegar a tu casa y sentir que alguien te banca cuando tenés un problema”.
¿Ha cambiado el campo en estos 37 años?
“Sí, muchísimo. Hoy está todo muy tecnificado. Si tengo que elegir me gustaba más antes. Antes era todo más natural partiendo de la base que hoy tenés inseminación artificial y eso cuando yo era chico era muy novedoso; tenés la parte de transferencia embrionaria que se hace en la cabaña y todo eso requiere ciertos manejos que antes eran más primitivos”, manifestó.
¿Qué ha pasado con los peones rurales en este cambio?
“En nuestra zona queda muy poca gente en el campo. Aún para los campos que tienen viviendas y ciertas comodidades es difícil conseguir alguien que se quiera quedar, más aún si tiene un buen acceso”, dijo. “Están todos viviendo en el pueblo”.
Desde su punto de vista, “hay mejoras que tendrían que haber llegado antes, como la electricidad, el mantenimiento de los caminos, la telefonía… Llevar la luz al campo tendría que ser gratis para poder mantener la gente en el campo. No hablo del consumo (que sí o sí uno debe pagar), hablo de llevar las luz. Hoy llevar la luz 500 metros sale muchísimo dinero y se hace imposible para muchas familias”, sostuvo.
Lo que se hace en El Mojón
La firma nuestra aparte de la cabaña tenemos la parte de cría, rodeo general y engorde. El ciclo completo. Nos proveemos de nuestros propios reproductores, salen repartidos a los distintos campos donde se hace el rodeo general.
Hay que tener cuidado que los animales a cruzar no tengan las mismas líneas genéticas. En el corto plazo tal vez no pasa nada pero luego puede haber malformaciones.
Juan: trae por ejemplo problemas de fertilidad.
¿Cómo se eligen las vacas a inseminar?
En la cabaña tenemos un rodeo base controlado por la Asociación de Aberdeen Angus. Con eso rodeo nos manejamos. Tenemos que elegir qué vaca cruzar con qué toro. Es muy variada la cantidad de toros que podés usar de acuerdo al tipo de vacas que tenés (tamaño, altura) y lo vas combinando con el rodeo que tenés en el campo.
Juan: no todas la vacas son iguales, no todos los toros sin iguales ni todos los terneros iguales. Cuando se trabaja en una cabaña siempre hay un rodeo elite donde tenés que seleccionar: si esa vaca es femenina, si tiene cara de vaca. Hay casos de hembras con rasgos masculinos. Un toro tiene que tener cogote grueso, pelo duro. Una vaca tiene que tener cogote fino, cabeza liviana, después miro el tronco, el abdomen, la veo de atrás si tiene buenas ubres y buenos pezones, si está bien aplomada, si no es chueca ni para fuera ni para dentro, si cría todos los años un ternero. Si es vaquilla si tiene desarrolladas sus ubres porque si tiene apenas unos rasgos de pezones tengo que pensar que es potencialmente subfértil. Tengo que elegir otras vacas que sean precoses. Cada categoría tiene sus rasgos y por eso puedo hacer una selección.
Luciano: inclusive para ese lote que armás elegís un toro determinado. Podés usar un toro para inseminar cinco o diez vacas porque hoy el banco genético es muy amplio podés tener fácil acceso, podés tenér semen de 50 toros congelados en un termo.
Una cosa que me enseñaron es que la vaca tiene que tener forma de pera.
¿Qué pasa con las vacas que no son las más lindas?
Tenés la elite y la del rodeo general.
Las otras las podés usar para producir para el consumo. Van a producir un ternero comercial.
En la cabaña es un lugar donde se producen animales mejoradores del rodeo general a donde van a ir. La ganancia genética se traduce en el ternero cuando uno usa toros controlados porque hay una selección en las madres y los padres.