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5 abril, 2023

La historia que pocos conocen… Detrás de las burlas, una familia que sufre

Algunos les temen, otros los provocan continua y sistemáticamente desde pequeños por su discapacidad. Lo cierto es que Matías y Sergio Gómez son muy conocidos en Chajarí y tienen una vida marcada por el sufrimiento. Su mamá, Marta Pereyra, también ha sufrio mucho y ha hecho lo que ha podido con lo que la vida le deparó. Hoy reflejamos parte de su vida en esta nota de EL ESPEJO.

MARTA PEREYRA JUNTO A SUS HIJOS MATÍAS Y SERGIO GÓMEZ.

Por Claudia Cagigas

Marta Pereyra es mamá de Matías Gómez (35) y Sergio Gómez (44). Tuvo ocho hijos (dos veces mellizos), de los cuales siete viven. Perdió a su esposo, Alfredo Gómez, hace muchos años en un terrible accidente de tránsito. Cuando Afredo falleció, quedó sola a cargo de Matías y Sergio, sus dos hijos con discapacidad.

Sufrió mucho, tuvo que salir a trabajar en casas de familias y arreglárselas con dos hijos con discapacidad que demandaban mucha atención, contención, ocupación y control. Los problemas con Sergio y Matías comenzaron desde muy pequeños y las quejas permanentes por su “mal comportamiento”, o porque “no quedaban quietos”, o porque “causaban problemas”.

Marta no recuerda bien qué diagnóstico tienen sus hijos, pero sabe que se relaciona con “hiperactividad” y que, en ambos casos, a los dos años comenzó a notar que no elegían juguetes sino ollas o utensilios de cocina para jugar y hacer mucho ruido.

A los cinco años intentó que fueran a jardín de infantes, pero no había caso… La llamaban porque los chicos no quedaban quietos, caminaban, distraían al resto “y en la casa era igual”. Atento a esta situación, decidió  buscar ayuda profesional y entonces, “la Doctora Juárez los medicó y más o menos anduvieron bien”, dijo entrevistada en el programa EL ESPEJO (Itel Radio 91.9 y Canal 2 de Itel).

El intento de inserción escolar duró poco porque los problemas siguieron. Finalmente, optó por no mandarlos más a la escuela y nadie le reclamó. Marista, María Auxiliadora, la Escuela Especial N°8 fueron algunas instituciones por las que al menos Matías pasó. “Cuando Matías tenía 9 o 10 años empecé a mandarlo a María Auxiliadora, porque a la tarde había un espacio para chicos especiales, pero tampoco pudo quedar porque algunos lo buscaban para hacerlo enojar. No sabe leer ni escribir. Sergio tampoco, Sergio sólo sabe dibujar muñequitos y nada más. Pero Matías es inteligente, si le enseñás, aprende”, contó Marta. “En la Escuela 8 también lo buscaba para hacerlo enojar. Él iba tranquilo, pero lo buscaban y se ponía malo, agresivo”.

Al consultarle si algún adulto intervenía ante las burlas que su/sus hijos recibían, respondió que no. “Una vez yo le dije a la maestra que por qué así, por qué le hacían cosas hasta cuando comían en el comedor de la Escuela. A Matías le tiraban cosas, tenedores, comida, lo que sea y después siempre pagaba Matías. Esa vez me enojé y lo saqué de ahí porque no me gustó lo que le hacían”.

Matías y Sergio crecieron burlados, humillados, atacados física y emocionalmente. ¿Qué hacía su madre con ese dolor? “Nada, qué querés que haga, hay gente grande que también se burlaba aun yendo yo. Gente que pasaba en auto, recolectores de basura, chicos que salían de la escuela… Muchas veces me quejé en muchas partes, yo la pasé mal, ahora están más calmos, les gritan menos, porque el médico (Doctor Sergio Almeida) habló en las escuelas. Matías siempre se enojaba mucho y los cascoteaba, les gritaba también. Ahora ya no. Eso lo vivimos desde que eran chiquitos, pero el año pasado el Dr. Almeida comenzó a poner límites”.

Solos en el parque porque su mamá trabajaba

Sin una red social o familiar que la apoye, esta mamá hizo lo que pudo para criar a sus hijos. Nunca los abandonó. Nunca les soltó la mano. Cuando su esposo falleció, Matías, que era el hijo más pequeño, tenía 7 años. “Matías era muy terrible… dio mucho trabajo y yo sola, luchando… Empecé a trabajar en casas de familia. Y no tenía con quien dejar ni a Matías y ni a Sergio, entonces los dejaba en el Parque (Tambor de Tacuarí) y me iba a trabajar. Después, mi hijo mayor que quedó a cargo del kiosco de mi marido, me dijo que se los lleve que él los iba a cuidar”.

Internado a los 14…

A Sergio lo internaron en un neuropsiquiátrico de Diamante a los 14 o 15 años. Por aquellos años, el Juez Silva le sugirió a Marta la internación porque “porque andaba por las calles, entraba en los negocios, abrazaba a las chicas y ya era demasiado. Yo no podía con los dos chicos, porque estaba con uno y se me escapaba el otro, entonces acepté. Sergio estuvo cinco años internado. Antes del año pedí pasajes en la Municipalidad y lo fui a ver. Lo vi diferente, había cambiado mucho, era algo muy triste… Estaba flaquito, no era el mismo que cuando estaba en casa, pero ahí estaba contenido. A lo mejor no se hallaba mucho… tomaba muchos medicamentos. Cuando me vio me abrazó… Después fueron los hermanos a verlo”.

El relato de Marta es duro, como su vida… Ese hijo le daba mucho trabajo, pero lo extrañaba y le dolía su ausencia. Con el tiempo Sergio pudo venir de visita a su casa, “quedaba una semana, hasta que un día le dieron el alta, nunca más volvió a Diamante, pero sigue con medicación”.

AQUÍ PODÉS VER LA NOTA CON MARTA PEREYRA

¿A quién le toca construir la red?

En este punto de la charla, la abogada Fernanda Álvarez -también invitada al programa- intervino: “Cuántas ausencias… Sin embargo, Marta siempre estuvo, se hizo cargo de la discapacidad de sus hijos sola. A veces es fácil decir los abandona, los dejan solos en el parque y no percibimos las ausencias y la falta de apoyo que tuvo esta mamá… Ella hizo lo que pudo y lo que estuvo a su alcance”. En este sentido, marcó la necesidad de contención que Marta tiene, la necesidad de un apoyo psicológico y se comprometió a ayudarla a encontrar ese apoyo.

En cuanto a qué organismo del Estado le corresponde actuar, es un tema muy delicado en el que hay que profundizar. Porque por un lado está esta familia que sufre por los vacíos, desamparo y las humillaciones continuas. Por otro lado, hay quienes mencionan acosos a mujeres y niñas por parte de ambos adultos con discapacidad. Pero hay un Estado que debe tejer la red de contención para todos.

Sobre el particular, la abogada Fernanda Álvarez dijo: “Yo diría que todas las instituciones que tienen el rol de garantizar derechos, debe actuar desde diferentes ámbitos porque las personas con discapacidad necesitan ajustes y apoyo para poder garantizar sus derechos. En el Municipio está el Área de Discapacidad, que es la que debería coordinar el abordaje con todas las áreas del Estado (Hospital, Centros de Salud, Educación, Cultura…). Alguien tiene que guiar a Marta, no para invadirla ni meterse en su vida privada, sino para garantizar los derechos y la inclusión de sus hijos en todos los planos, hasta en el laboral. Marta hace lo que puede, pero hay que cuidarla y acompañarla”.

MARTA PEREYRA JUNTO A LA ABOGADA FERNANDA ÁLVAREZ.

Marta y sus dos hijos hoy

Como dijimos al principio de esta nota, Marta tiene siete hijos, pero vive con Matías y con Sergio. Asegura que ambos la ayudan a limpiar y ordenar la casa, que comparten el almuerzo, el mate de la tarde y largas caminatas.

Matías ya no trabaja en la terminal como maletero, su lugar “fue ocupado por un sobrino”, pero viven de las pensiones que ambos tienen.

Es una familia que necesita ayuda, que necesita paz, comprensión, que necesita tranquilidad para caminar por las calles sin hostigamiento. Por otro lado, es imperiosa la necesidad de contención y acompañamiento para que estos dos adultos con discapacidad puedan moverse libremente con un acompañamiento adecuado, a los efectos de que todos podamos vivir sin temores y sin agresiones. ¿A qué organismos del Estado les toca armar la red?