Recorrer las instalaciones de la Fábrica Liebig, en el Departamento Colón, ahora es posible. Desde hace tres meses se organizan visitas guiadas por dentro de su gigantesca estructura, que llegó a ocupar 3000 operarios y dio vida a un pueblo… Un sueño para muchos, una experiencia inolvidable para tantos otros.

Por Claudia Cagigas
Desde hace tres meses, todos los domingos es posible ingresar a las instalaciones de la Fábrica Liebig (Departamento Colón) en visitas guiadas que duran una hora y media aproximadamente y que se despliegan por distintos sectores de la añeja construcción. Ahora, en tiempo de vacaciones, las visitas se realizan todos los días a las 15 horas. Fuera de vacaciones se realizan los domingos a las 11 y a las 15 horas, pero se recomiendo reservar entradas con anticipación por Instagram (lafabricadeliebig) o por Facebook (La Fábrica de Liebig) o al teléfono 3447 400261.
Actualmente la propiedad es de la familia Vizental. Desde hace tiempo un grupo de profesionales vinculados afectivamente a Liebig viene hablando sobre las posibilidades del lugar, respetando el patrimonio y dándole un uso turístico. Así nacieron estas visitas guiadas que hoy se ofrecen al público.


Liebig se encuentra nueve al norte de Colón, Entre Ríos. Años antes de la llegada de los ingleses, allí existía un saladero, que en 1903 la firma «Liebig´s Extract of Meat Company LTD» compró y montó una gigantesca fábrica destinada a abastecer al mercado europeo. La intención principal fue elaborar extracto de carne -producto de alto valor nutricional- inventado por el químico alemán Justus Von Liebig, pero de elaboración impensable en Europa por los costos y la cantidad de carne necesaria: 30 kilos de carne magra y fresca para obtener un kilo de extracto.


La fábrica contaba con enormes calderas alimentadas con carbón de piedra primero y luego con fuel oil; generadores de energía eléctrica; bombas de agua; gasógenos; compresores para cámara de frío; fábrica de hielo, de latas; talleres mecánicos, talleres de electricidad, talleres de fundición, carpintería, hojalatería. Grandes muelles con guinches a vapor desde donde salía la mercadería a Europa y llegaban los suministros necesarios para el funcionamiento fabril; una red ferroviaria para zorras de tracción a sangre; cuadrillas de limpieza y movimiento de cargas; pistas de aterrizaje; aviones para el traslado del personal jerárquico e las estancias de Corrientes y Paraguay o a la oficina central de Buenos Aires.


En los tiempos dorados y con el aporte de 3000 operarios llegaron a faenarse 2800 vacunos por día, los cuales salían procesados en polvo de carne, caldo de huesos, corned beef –carne enlatada-, brisket beef –carne de pecho-, lenguas conservadas, extracto de carne, caldo de rabos, grasa refinada, sebos industriales, jugo de hígado, primer jugo, chicharrones vacunos molidos, entre otros productos.

Un Pueblo Inglés
Pueblo Liebig fue construido por los propietarios del frigorífico para albergar parte de su personal. En el diseño arquitectónico se diferenciaron claramente tres sectores: la fábrica, el barrio del personal jerárquico –Los Chalets- y el barrio de los obreros –El Pueblito-.
«De las instalaciones industriales partía una larguísima manga o brete de madera, que en sentido este-oeste atravesaba el núcleo urbano y se usaba para el traslado de los animales desde los campos de la compañía Liebig´s hasta la playa donde eran sacrificados», describen los arquitectos Carlos Canavessi, Laura De Carli y Raúl Acuña. «Además, esta manga formaba una barrera física, que por un sistema de tranqueras solamente, vinculaba –o aislaba- los dos barrios». La manga hoy ya no existe, pero un pequeño fragmento fue recientemente reconstruido, a los efectos de referenciar su recorrido.

La retirada de los ingleses
En 1976, cuando las condiciones del país dejaron de ser rentables, «Liebig´s Extract of Meat» transfirió las instalaciones a Fricosa y vendió a los pobladores las viviendas por un monto modesto. Fricosa redujo considerablemente las actividades fábrica y en 1980 la vendió a Vizental, quien poco después la cerró.
En la actualidad Liebig conserva su arquitectura casi intacta y por su riqueza cultural e histórica, tanto el pueblo como la fábrica fueron declarados Patrimonio Industrial de la Nación.