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7 agosto, 2024

Estuvo preso, consumía drogas, vendía…  La fe en Dios lo rescató

Hace cinco años Rubén recuperó su libertad y comenzó una vida en el Ministerio Nueva Generación. Hoy ayuda a otras personas con problemas de adicción y trabaja en el proyecto de Granja de Rehabilitación, que esta Iglesia Evangélica tiene en marcha en Chajarí.

Por Claudia Cagigas

Rubén Gelati tiene 36 años y es oriundo de Paso de los Libres. Sin embargo, desde los 15 vive en Chajarí, cuando lo trajeron como cosechero de citrus. Por aquellos años lo alojaron en un gran galpón donde convivían “entre 80 y 120” personas, durmiendo sobre camas improvisadas sobre cajones. Sin embargo, eso no era lo más duro que la vida le había deparado. Su oscuridad había comenzado mucho antes, a los 12, cuando sus padres se separaron y comenzó a robar para anestesiar con adrenalina ese “vacío inmenso” que sentía, a consumir alcohol, luego marihuana y cocaína.

En Chajarí Rubén siguió robando, consumiendo y vendiendo droga. Estuvo preso por apropiarse de una moto ajena y luego dos veces más por vender droga. La última fue en cumplimiento de una condena en la cárcel de Concordia, donde sus hábitos dañinos se perfeccionaron con otros presos que estaban en la misma.

“Yo caí preso y me pusieron con todos los que hacían lo mismo. Allá adentro nos potenciábamos, manejábamos todo lo que pasaba afuera -la distribución de droga-. Y seguí consumiendo peor que antes”, contó en el programa EL ESPEJO (Canal 2 de ItelTv y Radio 91.9).

MIRÁ LA NOTA COMPLETA CON CRISTIAN MARKICH Y RUBÉN GELATI.

Conseguir dinero para consumir dentro de la cárcel no era problema porque Rubén, junto a su grupo, tenían la droga para vender, según él mismo indicó en la entrevista.

En ese contexto de consumo, encierro y tráfico, la violencia era continua y las peleas también. Rubén no le esquivaba a nada. Hasta que un día, un año antes de recuperar su libertad, integrantes de la Iglesia Evangélica Ministerio Nueva Generación fueron a hablar con los presos, a orar y dentro de aquel hombre oscuro, pesado, perdido, algo en él se movió… Quedó pensativo, comenzó a pensar en que una vida diferente quizás sería posible, tuvo una ilusión y casi como desafiando a un Dios que tal vez andaba por ahí, le dijo: “Quiero que hagas algo grande en mi vida, quiero que me saques de esto, no quiero esta vida oscura”.

Sus palabras fueron silenciosas, no comentó con nadie, pero cuando los otros presos no lo veían, se arrodillaba y rezaba… Ya no se inmiscuía en las peleas ni las provocaba; tenía paz, el gran milagro que había pedido estaba ocurriendo, aunque sabía que no sería fácil escapar de la telaraña.  

El día antes de salir en libertad, volvió a arrodillarse. “Le pedí a Dios que me ayude, que me acerque a personas con las que pudiese seguir avanzando por el buen camino, porque sabía que las tentaciones iban a ser muchas”. Dios escuchó… Ni bien anoticiado de la libertad de Rubén, el Pastor Cristian Markich -del Ministerio Nueva Generación-, el mismo que había ido a orar a la cárcel, fue a buscarlo a su domicilio.

“Cuando salí de la cárcel tuve que tomar decisiones muy fuertes, porque antes de entrar yo era el cabecilla de todo y cuando salí era una persona que no hacía nada… Me separé de la madre de mis hijos porque ella no quería que esté en la Iglesia, tuve que irme de mi casa para buscar a Dios… amo a mi familia, amo a mis hijos, pero sé que Dios me cambió, fue algo muy fuerte lo que hizo en mí y no quiero volver a la vida anterior”, recordó.

Han pasado cinco años desde la salida de la cárcel. El vacío que Rubén sentía desde la separación de sus padres se llenó con el amor de Dios. Hoy no necesita robar, ni consumir, ni vender drogas, sino que se convirtió en un gran referente de muchas personas que quieren dejar de consumir y que llegan a esta Iglesia. También trabaja activamente para la concreción de la Granja de Rehabilitación que proyecta Ministerio Nueva Generación.

Para aquellas personas que están sumergidos en el infierno de las drogas, del alcohol, de la violencia, del delito; para aquellos que sienten que no tienen esperanzas y que todo está perdido, Néstor y el Pastor Cristian Markich dejaron el siguiente mensaje: “Hay esperanzas, se puede salir adelante por más difícil que sea la prueba, el pozo, la depresión, la amargura, el temor, la ansiedad o el estrés que estemos viviendo… En Jesús hay esperanzas y podemos salir. Él no mira nuestro pasado, sino que quiere restaurarlo para que vivamos una vida nueva. Él quiere lo mejor para nosotros, en Él encontramos la felicidad y la paz que necesitamos. Cuando nos sentimos solos Jesús está ahí, cuando nos sentimos tristes Jesús está ahí, cuando nos sentimos en un pozo él nos da una mano para salir. Entonces, no está nada perdido; cuando te sentís perdido es cuando empieza todo”.