Una nota con el padre Hugo Grimaux, en la que reflexiona sobre un costado oscuro del ser humano. “Hay demasiada gente a la que la victimización le permite un estado de confort, no en el sentido del sufrimiento, sino de acaparar atención de los demás… ¿Pero qué pasa? Este estado los va sometiendo poco a poco en la ineptitud”, dijo.

Por Claudia Cagigas
Relaciones tóxicas, es una idea acuñada hace algún tiempo, que habla de aquellas situaciones que vivimos con los demás, que envenenan nuestra mente, nuestra psiquis, nuestras emociones. Pero también podemos mantener una relación tóxica con nosotros mismos cuando nuestros pensamientos quedan atascados en la queja sin que hagamos nada por resolver y, secreta, pero dolorosamente, nos regodeamos en ese malestar pensando que somos víctimas del destino o de la mala suerte. Profundamente conocedor de la psiquis humana, el padre Hugo Grimaux se refirió al tema en el programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí), explicando que “hay demasiada gente a la que la victimización le permite un estado de confort, no en el sentido del sufrimiento, sino de acaparar atención de los demás. De alguna manera esto los satisface. ¿Pero qué pasa? Este estado los va sometiendo poco a poco en la ineptitud”.
“En la vida tenemos que tener aptitudes -capacidades- y actitudes -decisión de desarrollar estas capacidades-. La victimización termina en un espiral que arrastra todo lo que hay alrededor. Hay gente que asume religiosamente estas actitudes desde la culpabilidad moral y psicológica. Es decir, prefieren ser culpables de muchas cosas porque entonces saben sentirse penitentes ya que no pueden reaccionar de manera positiva. Prefieren la victimización porque entonces saben cómo canalizar la culpabilidad y golpearse el pecho, pero no se animan a otra cosa, no se animan a salir de este estado para empezar a vivir en libertad, creativamente, en positivo, donde no tengan que arrastrar culpas y deban hacerse responsable de su propia existencia”, explicó el sacerdote.
“Para ser felices hay que combatir los males que están dentro tuyo”
San Agustín, en su libro La Ciudad de Dios, allá por el año 300 y pico de la Era Cristiana, dice: “No puede ser ciudadano del cielo el que vive como fugitivo en la tierra, escondiéndose todo el tiempo de las realidades de la vida. Por eso, el gran desafío es vivir. Jesús, dijo, yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. ¿Qué quiere decir? Que toda tu vida, toda tu existencia que es un regalo para que vivas plenamente, para que puedas decir qué linda fue esta comida, qué bueno que anoche dormí plácidamente, para que puedas disfrutar de un bello amanecer y agradecer. Para ser felices hay que combatir los males y volvemos al principio. ¿Qué males? Los que están adentro tuyo. Porque cuando tenés podrido el corazón, podrís todo. Hay gente que es absolutamente negativa, se instala en una reunión y decís ¿qué pasó acá?, se puso denso el ambiente, es la energía que emanan, porque el Universo es energía, nosotros somos energía…”, reflexionó.
¿Ser víctimas o hacernos cargo de nuestra propia vida, revisando día a día lo que nos pasa para resolver lo que no anda bien? Ese es el gran desafío que tenemos como seres humanos; el más difícil porque implica dejar de echar culpas y hacernos cargo.