Juan Enrique “Quique” Rojas y Carmen Tagiapietra son de Chajarí. Hace cinco años adoptaron cuatro hermanitos y entre todos conformaron una familia. Por primera vez, en el programa EL ESPEJO (Canal 2 de Itel e Itel Radio 91.9), contaron públicamente su historia para animar a otros potenciales padres.
Por Claudia Cagigas
Cristian (12), Mikeas (10), Vladimir (9) y Ricardo (8) desde hace cinco años son los hijos del corazón de Juan Enrique “Quique” Rojas y Carmen Tagliapietra. Estos cuatro hermanitos, por un lado, y Quique y Carmen, por el otro, recorrieron un largo y penoso camino antes de encontrarse. Pero la vida los juntó y les dio la posibilidad de cumplir el sueño: conformar una familia y prodigarse amor.
Antes de que los cuatro niños llegaron a la vida de Quique y Carmen, la pareja recorrió un duro camino en busca de hijos que llevaran su sangre: incontables tratamientos, dinero que se iba en cantidades siderales, un viaje a Estados Unidos con la esperanza de que ese anhelo se cumpla y, al fin y al cabo, más frustraciones…
Mientras tanto, los pequeños recorrían otro camino… sus primeros años en una isla del Paraná con su familia de origen -que vivía de la caza y de la pesca-, luego sus días en un Hogar de Menores en Hernandarias a cargo de Religiosas y la espera interminable de un nuevo papá y de una nueva mamá…
Pero los caminos se iban acercando…
Un Quique y Carmen decidieron que ya no querían seguir sometiéndose a costosos y frustrantes tratamientos y dijeron basta. Ya estaban inscriptos en el Registro Único de Adoptantes de Entre Ríos, así que comunicaron su decisión y eso les dio más chances de adopción. Como son muy creyentes se encomendaron a Dios y a los tres días recibieron un llamado diciéndoles que viajen a Paraná porque había dos posibilidades: dos hermanos o un grupo de cuatro hermanos. También les dijeron que, si alguien no adoptaba a estos cuatro hermanitos, deberían separarlos.
“Nos dieron una semana para analizarlo. Lo pensamos y un día antes llegamos a la conclusión de que, si ellos estuvieron juntos siempre, por qué los íbamos a separar… Pensar en una separación nos hacía daño, sabíamos que el más grande -que tan sólo tenía 7 años- era como un padre protector para sus hermanos, nos contaron que a veces dejaba de jugar para que sus hermanos jueguen o que en los cumpleaños que se festejaba en el Hogar juntaba caramelos ellos”, dijo Carmen.
Quique tampoco dio mucha vuelta y ambos dijeron que sí. No son una familia a la que les sobra el dinero, pero tienen los recursos necesarios para vivir dignamente. Carmen es enfermera, aunque hace tiempo que dejó de ejercer y Quique es empleado administrativo en el IOSPER desde hace 30 años.
La vinculación: el primer encuentro
Un viernes por la mañana Quique y Carmen viajaron a Hernandarias para conocer a los que serían sus hijos.
“Nos recibieron las monjitas y nos hicieron pasar por un pasillo. El primero que vino al encuentro fue Cristian, el más grande. Vino corriendo, se prendió a mis piernas y me preguntó: ¿Vos vas a hacer mi nueva mamá? Ya nos habían preparado y nos habían dicho que no teníamos que llorar. Así que, con el corazón apretado de la emoción, le dije: Si vos me aceptás, voy a ser tu nueva mamá”, contó Carmen, mientras sus ojos trasmitían la felicidad que sintió en ese momento.
Quique, que se reconoce “más llorón”, miraba un poquito alejado. Luego los hicieron pasar a otra habitación y ahí fue el turno de la pregunta para él: ¿Vos querés ser mi papá?… “Sentí que me derretía, que se me hacía agua el corazón y pensé, la pucha, que título nos está dando Dios, ser PADRES luego de buscarlo tanto… Ahí sentimos que fue una buena elección y empezaron todos a presentarse”, rememoró Quique.
Por aquellos años los dos más pequeñitos aún usaban pañales, pero nada hizo retroceder a estos papás que ya estaban decididos. Tenían tres horas para compartir así que jugaron con los chicos y a la tarde, con la compañía de un representante del Hogar, los llevaron a pasear por Hernandarias, a los lugares que los niños les querían mostrar.
Cristian rezaba y pedía una familia
Las Hermanas del Hogar les habían enseñado que Dios escucha y había que hablar con él. Entonces, Cristian “se encerraba en su habitación y le pedía una familia”. Y Dios lo escuchó… Hoy en día sigue hablando con Dios y le dice “gracias por darme la familia que tengo”, dijo Carmen.
Los cuatro niños saben que hubo una familia anterior. Y sus nuevos padres están dispuestos a respetar su identidad. De hecho, no sólo conservan el nombre de origen -aunque ya llevan el apellido Rojas- sino que también podrán acceder al expediente donde están todos sus datos, el día que los niños lo deseen.
La llegada a Chajarí, a su nueva casa
La vinculación duró unos tres meses en los que Quique y Carmen viajaban cada quince días a Hernandarias. En una oportunidad el COPNAF trajo a los pequeños a Chajarí, pero “el regreso al Hogar fue un calvario porque no se querían ir”. Sin embargo, había que cumplir con las etapas de adopción. En el próximo viaje ya volvieron con sus cosas y se radicaron definitivamente en su nueva casa, con sus nuevos padres.
La nueva vida en familia
No es lo mismo ser dos que seis… ¿Cómo fueron los primeros pasos de esta familia que se estaba conformando? Quique lo respondió: “En la pareja tienen que estar los dos de acuerdo, porque cuando decide adoptar solo para darle el gusto al otro, no va. Hay que cargar el carro y tirar juntos. Cuando ellos llegaron, sabíamos lo que se nos veía, porque de estar solos con una perrita, con todo ordenado, con cuatro chicos la vida iba a cambiar, la casa se iba a desordenar, habría muchas cosas por hacer, límites que poner y teníamos que estar de acuerdo desde el principio”.
Seguramente no habrá sido fácil, pero había muchas cosas a favor. Además, venían con muy bueno hábitos inculcados en el Hogar de las Hermanas; hábitos que sostienen hoy en día: “arreglan su cama, barren la pieza, ordenan el ropero, levantan los platos, limpian su mesa, lavan las cosas del desayuno”, contó Carmen.
Quique y Carmen aseguran que no requirieron el apoyo profesional de psicólogos, psicopedagogas o lo que fuera. Si bien en el Hogar tenían esa orientación, “cuando vinieron a casa y les dimos amor y contención, los chicos quedaron tranquilos, no necesitaron nada más. Vladimir, que se hacía pis en el hogar, en casa jamás se hizo pis”, recordaron.
Seguramente la unión que muestran Quique y Carmen fue la clave principal para poder construir sanamente esta familia numerosa. “Ahora hay menos tiempo para ambos, pero siendo un matrimonio unido, se puede. Yo siempre le agradezco a Dios por el esposo que me dio, porque es un excelente padre y esposo y somos muy compañeros”, describió ella.
Finalmente, Quique, que también resaltó las virtudes de su esposa, habló sobre sus hijos diciendo: “Son la luz de mis ojos, si me faltara uno me moriría. El chiquito es el más pegote conmigo. Cristian tienen su carácter, pero si le explicás, le hablás, es dócil y entiende. Mikeas es el más peleador porque quiere todo para él, pero tenemos que repartir. Vladimir vive su mundo, tiene su carácter, es tranquilo, juega solo, no molesta a nadie, le gusta mucho recolectar bichitos, le gustan los animales y dibuja dinosaurios a la perfección”.
En EL ESPEJO, queríamos reflejar esta bella historia de amor porque mientras tanto, en Misiones también hay cuatro hermanos que esperan una familia. Si no llega ningún adulto dispuesto a hacerse cargo de los cuatro, la Justicia los separará… Hay tiempo hasta el 16 de marzo para inscribirse, ya que la convocatoria fue abierta a todo el país. Te dejamos un link por si te interesa conocer el caso y abrir tu corazón Convocatoria en el país para adoptar a cuatro hermanos | EL TERRITORIO noticias de Misiones
Hay cuatro niños que esperan amor…