Por Marisa Domínguez
Y así somos…Un poco astutos, un poco bonachones, un poco arrogantes, un poco tranquilos; pero hay pasiones que llevamos entrelazadas en nuestras raíces que resultan imposibles separarlas de nuestra esencia.
Ver a un argentino, es recordar que el domingo hay buen fútbol acompañado de un rico asado familiar o con amigos y un dulce de leche en la mesa. El termo y el mate en manos, la viveza criolla que no le falta y a la hora de bailar, un buen tango para rematar la quebrada.
El 11 de diciembre, fue proclamado el Día Nacional del Tango con el objetivo de destacar la importancia que tiene en la cultura argentina y en homenaje a la fecha de nacimiento de los creadores de dos vertientes del tango: Carlos Gardel “La Voz” (el Zorzal Criollo, ídolo y figura representativa del tango) y Julio De Caro “La Música” (gran director de orquesta y renovador del género).
Dejarse llevar por la cadencia del bandoneón, por el abrazo en la pista de baile, por la poesía salpicada de nostalgia de los tangueros, es parte de nuestra cultura, es parte de nuestra argentinidad.
El tango es una expresión musical y una danza sensual, pero es, también, muchas otras cosas más. Es un lenguaje particular –el lunfardo, una jerga vinculada a la inmigración y a los arrabales porteños-, un modo de vestirse y de andar, una forma de vida. Declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, en el año 2009.
De origen marginal y prostibulario, durante la primera mitad del siglo XX el tango se convirtió en la música ciudadana por excelencia. Las huellas de aquella época dorada se encuentran hoy en las imágenes omnipresentes de Carlos Gardel, ‘el Zorzal Criollo’ que -dicen los porteños- “cada día canta mejor”; en el homenaje a músicos y poetas del tango como Enrique Santos Discépolo, Cátulo Castillo, Aníbal Troilo y Roberto Goyeneche.
Recorrer los barrios típicamente tangueros es una buena forma de conocer la mística de esta música. Es usual encontrar vestigios de tango en cualquier esquina o en cualquier rincón de este país, a músicos callejeros que tocan el bandoneón y a parejas que bailan para luego pasar ‘la gorra’ o en los festivales que recuerdan nuestras raíces.
En la Argentina del siglo XXI, el tango no sólo es recuerdo. La cultura del 2×4 cuenta hoy con una escena tanguera renovada, alimentada por nuevas generaciones de músicos que fusionan la melodía con otras expresiones musicales o, simplemente, la adaptan a la sensibilidad musical de esta época. Un ejemplo de ello es el grupo Bajo Fondo que logró fusionar el tango con la música electrónica y deleitar a los más jóvenes, contagiando la pasión.
En el tango se despliega toda la sensualidad y encanto en tanguerías, milongas, cenas shows, espectáculos teatrales de alto impacto, fiestas patronales o ciudadanas y hasta les diría que no falta en los eventos familiares.
Y así como grandes músicos y bandas se han dedicado a funcionar y dar a conocer esta costumbre argentina, también a través del arte pintores, artistas, profesores de bailes y actores dedican su tiempo a diario en las distintas ciudades, para enseñar y trasmitir el gusto por esta música, con la esperanza que jamás se olvide.
Hay costumbres y culturas que con el paso de las generaciones los argentinos hemos ido perdiendo y olvidando; pero también tenemos otras que el paso del tiempo solo fue acentuando y a saber en nuestros días cualquiera que hable de tango sabrá que es una marca registrada y 100% Argentina.