“En vez de seguir escondiéndonos de la enfermedad, tenemos que ir pensando en una forma de medicina individual y social que fortalezca nuestras defensas para que cuando el virus ingrese a nuestro organismo, pase sin penas ni gloria”. En este planteo coinciden el médico cardiólogo Mauricio Acevedo Miño y el naturópata Pablo de la Iglesia. En esta nota te contamos cómo hacerlo, desde su perspectiva.
Por Claudia Cagigas
El COVID‑19 es una enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente, según reconoce la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se sabe que quienes la transitan pueden no presentar síntomas; pueden presentar síntomas como fiebre, tos seca, cansancio –entre otros- o inclusive morir, fundamentalmente si están dentro del grupo de pacientes de riesgo.
Justamente el temor a las complicaciones, el temor a la muerte y al poder de propagación que tiene el COVID-19 han hecho que desde hace varios meses a lo largo y ancho del planeta se expanda el miedo. El aislamiento social fue la primera medida tomada por los gobiernos como forma de evitar la propagación del virus, no obstante, hay quienes opinan que seguir sosteniendo una cuarentena ya no tiene lógica porque el virus no va a desaparecer. Ante este panorama, argumentan que lo más indicado es enseñar a la población a reforzar las defensas naturales del organismo para que cuando el virus ingrese no cause mayores complicaciones.
Pablo de la Iglesia –naturópata y escritor- y Mauricio Acevedo Miño –médico cardiólogo- opinan en este sentido. Entrevistados en el programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí), dejaron en claro que “en vez de seguir reculando para escondernos de la enfermedad, tenemos que ir pensando en una forma de medicina individual y social que fortalezca nuestras defensas”. Pero ¿cómo hacerlo?
Estrategias de salud para reforzar las defensas naturales
“Aquí no se trata de combatir al coronavirus. Se trata de enseñarle a la gente a vivir de tal forma que el coronavirus, la gripe, el sarampión, o lo que fuere, cuando ingresen a nuestro organismo pasen sin penas ni gloria o simplemente como alguna enfermedad más que requiere algunas atenciones. Obviamente que basta de barbijo”, dijo Pablo de la Iglesia.
“El barbijo es una protección de emergencia hasta que tomemos medidas serias. Medidas serias podrían ser recomendarle a la gente la ingesta de CDS (dióxido de cloro), enseñarle a consumir a diario alimentos, plantas y nutrientes inmunoestimulantes; decirles que tomen sol sin protector solar porque sino no se produce la vitamina D…; enseñarles que cuando comen un alimento ultra procesado (galletitas dulces, pan blanco, gaseosas, jugos en polvo) están creando procesos inflamatorios y tóxicos en todo su cuerpo y que cuando contrae cualquier infección el cuerpo empieza a luchar, eso genera residuos tóxicos y entonces tenemos que desintoxicar más”, explicó.
Esa lucha del cuerpo para combatir la enfermedad “agota la inmunidad”. Por otra parte, “la intoxicación de los tejidos genera hipoxia, es decir, una menor oxigenación en los tejidos. Si nosotros vamos con el barbijo y respiramos de manera limitada, la situación se agrava”, dijo.
En este contexto, “el coronavirus, la gripe o el sarampión generan una crisis que desborda la capacidad de resiliencia del organismo porque la gente está mal alimentada, porque tiene carencias nutricionales y porque su vida es un desastre”.
Para el cardiólogo Mauricio Acevedo Miño, “además de estar mal alimentada, la gente venía a un ritmo de vida brutal. Entonces ahora tenemos la oportunidad de replantearnos muchas cosas: cómo nos vamos a alimentar, cómo vamos a cuidar nuestro cuerpo, cómo vamos a manejar nuestro tiempo libre… Si cuando salgamos de ésta vamos a seguir viviendo al mismo ritmo que antes, no aprendimos nada”.
Acevedo Miño también se mostró poco partidario del uso de barbijo. “Hay gente que tiene mucho miedo, pero para mí el uso del barbijo no es necesario –excepto en la población de riesgo-. Veo gente caminando sola o en bici, con barbijo, aspirando su propio dióxido de carbono. Eso es una barbaridad. Yo cuando veo gente mayor me protejo –con barbijo- pero por respeto a ellos”, dijo.