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12 julio, 2021

Ciudad lectora, una realidad tangible que echó raíces en Chajarí

Es una propuesta generosa y solidaria, que apunta a que, en el entorno barrial, los vecinos compartan libros depositados en una casita de madera, bajo el compromiso de devolverlos o dejar otro en su lugar. Este proyecto de Patricia y Cecilia Capovilla ya está en nueve barrios de Chajarí y expandiéndose a otras ciudades.

Estas casitas ya están en nueve barrios de Chajarí. La solidaridad y responsabilidad de los vecinos sustenta el proyecto, que apunta a acercarnos a la lectura.

Por Atilio Amerio

Lejos de la utopía, Ciudad Lectora es una realidad tangible que echó raíces en nuestra ciudad (y, como veremos, en otras también). Y llegó para quedarse. Enhorabuena.

Aún es temprano para dimensionar el impacto que esta propuesta generosa y  solidaria tendrá a nivel educativo. Seguramente será valioso, aunque no sea el objetivo principal que persigue. Sus razones de ser son varias y son otras.

Entonces, ¿de qué se trata? Es imposible no contagiarse del entusiasmo de Patricia y Cecilia Capovilla. Hermanas, socias, emprendedoras a tiempo completo… Tengo a veces la sensación de que no existe nada que pueda pararlas cuando se trata de abrir el corazón a su comunidad.

Libros libres

En El Espejo (Radio Show Chajarí) charlamos con Patricia. Arrancó contando que “Ciudad Lectora más que un proyecto es una propuesta, que con Cecilia veníamos pensando desde el año pasado. Nos preguntamos en el contexto de la pandemia cómo podíamos hacer para que las personas sigan teniendo contacto con el libro. Imaginamos un sistema de acceso libre, un proyecto comunitario de democratización de la lectura,  y es así como surge la propuesta. Hicimos la prueba piloto en febrero de este año con una primera casita de madera con libros libres enfrente a La Casa Florida. La gente podía llevarse un libro y dejar otro sin que medien datos ni registros.”

Pero no se trata sólo un proyecto de lectura, al estilo biblioteca. Aún hay más.

Un aspecto saliente es el fortalecimiento de los lazos comunitarios y de la confianza. Pensemos en el entorno barrial: nadie te va a controlar, pero vos tenés la responsabilidad de que si te llevás un libro, luego tenés que devolverlo; o dejar otro en su lugar, porque sabés que otra persona lo va a utilizar. Tenés que cuidarlo y también, por qué no, compartir tus lecturas. Dejarle a ese otro que uno no conoce, porque vos no sabés quién es el usuario, la lectura que más te gusta o apasiona”.

PATRICIA CAPOVILLA. “Con Ciudad Lectora quedó demostrado que hay niños, adolescentes y adultos que leen”.

Desde el principio, han recorrido un camino difícil por los prejuicios y el desconocimiento. Nos cuenta Patricia: “Pudimos vencer ciertos preconceptos, como que la comunidad no es solidaria, que no piensa en el otro, ni es responsable… y el más generalizado: que las personas no leen. Y con Ciudad Lectora queda demostrado que sí, que los adolescentes leen, que los adultos y los niños leen… Que solamente había que dejarles los libros al alcance de su mano, facilitarles el acercamiento sin registros ni horarios. Desaparecieron las excusas o motivos para no hacerlo.”

Emprendimiento con anclaje social.

“Nosotras estamos convencidas de que nuestro emprendimiento, La Casa Florida, tiene que tener un anclaje social, un accionar en la comunidad”, afirma Patricia. “Me gusta hablar de magia, pero no en el sentido efímero del término, sino de cómo se fueron dando las réplicas de las personas desde el primer momento en que presentamos el proyecto. Enseguida comenzaron a pedir las casitas para los libros, y es al día de hoy que tenemos nueve casitas instaladas en Chajarí, otras tantas solicitadas que pronto se entregarán; y el proyecto se expandió hacia Villa del Rosario y Monte Caseros. Es realmente maravilloso… Y aquí aparece en sí el proyecto comunitario, porque nosotras no estamos en condiciones de afrontar solas toda esta movida. Se requiere contar con ciertos medios, con una logística apropiada. Entonces fuimos a presentar el proyecto a la Dirección de Educación del Municipio y tuvimos muy buena recepción. Gracias a esto, el personal del Corralón Municipal fabrica las casitas, y luego las instalan donde fueron pedidas. Y la persona, el vecino que se hace responsable dona el material (libros) y se encarga de su cuidado.”

El ejemplo de que la idea ha encarnado en la comunidad lo dan las diferentes características de cada casita. “Han tomado su propia identidad, -sigue Patricia- dependiendo del barrio. Tenemos la casita en Villa Alejandrina, donde viven muchos adolescentes y preadolescentes, y tomó esa impronta. En otro barrio, donde hay más niños, el material que abunda son los libros infantiles. Otra casita tiene temas de autoayuda, otra de religión y espiritualidad… Y también nos han llegado mensajes de personas que preguntan dónde están las casitas, porque las van recorriendo para buscar material de su interés.”

“Lo importante es la apropiación que la gente ha hecho de esta propuesta, esto nos parece maravilloso. Al principio nosotras hacíamos la difusión del proyecto mediante nuestras redes sociales, y ahora esto lo realiza cada persona publicando en su propia red y lo vamos compartiendo. Eso es buenísimo que suceda. Ahí te das cuenta de que la propuesta echó raíces en la comunidad, y que la gente cuando ve una casita dice eso es de Ciudad Lectora. Y Chajarí, no lo duden, es Ciudad Lectora: una suma de voluntades. Y el medio es el libro,  las historias y los relatos que nos apasionan”.

Sobre el final, Patricia nos deja un mensaje para aquellos que están queriendo arrancar con un proyecto, o emprender el camino hacia desafíos importantes. “Cuando los proyectos son comunitarios, cuando los comunes, nosotros los simples mortales, nos damos cuenta del poder que tenemos se hacen cosas maravillosas. Ciudad Lectora es de la gente.”

Aquí hacemos un alto en esta crónica para reflexionar.

Más allá de lo novedoso o inédito, en Ciudad Lectora subyacen el amor al prójimo, la solidaridad y el compartir desinteresadamente: estos temas -subvalorados por el mundo globalizado y consumista- se interpelan y se activan desde el accionar local y comunitario. ¿Cómo? Mediante los Libros Libres.

Es querer para los demás lo que a nosotros nos apasiona. Ciudad Lectora pasa por ahí, por el compartir generoso, por difundir el sano hábito de leer que, como bien sabemos los lectores, no necesita de ningún artilugio tecnológico. Sólo un libro y la actitud de entregarnos a él.

Para que en el carácter de un ser humano se desvelen cualidades verdaderamente excepcionales hace falta tener la buena fortuna de poder observar sus actos durante muchos años. Si esos actos están despojados de todo egoísmo, si la idea que los guía es de una generosidad sin parangón, si hay certidumbre absoluta de que no han buscado recompensa alguna y de que además ha dejado marcas visibles en el mundo, entonces se está, sin riesgo de error, ante un carácter inolvidable. (Jean Giono, “El hombre que plantaba árboles”).

En definitiva, lo que Ciudad Lectora nos propone es un mundo más libre y con más libros. Ni lo duden, amigos lectores, es un salto cualitativo hacia un mundo mejor.-

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