Las problemáticas que atraviesan estos niños y adolescentes son variadas, pero “prevalece la vulneración de derechos, la irresponsabilidad parental, situaciones de maltrato, de abuso o sospechas de abuso, consumos problemáticos en las familias (alcohol, drogas)”, explicó Verónica Gabrielli, coordinadora del Centro.
Por Claudia Cagigas
El Centro de Día para Niños “Albert Sabin” es la institución de Chajarí que antes llamábamos Hogar de Menores. Depende del Área de Mujer y Familia de la Municipalidad y actualmente cuenta con 18 niños y adolescentes cuyas edades oscilan entre los 2 y los 14 años. Las problemáticas que atraviesan estos chicos son variadas, pero “prevalece la vulneración de derechos, la irresponsabilidad parental, situaciones de maltrato, de abuso o sospechas de abuso, consumos problemáticos en las familias (alcohol, drogas)”, explicó Verónica Gabrielli, Especialista en Crianza, Primera Infancia e Infancia y Coordinadora del Centro. Atento a estas situaciones complejas que involucran a todo el sistema familiar, Gabrielli comentó que en el Centro no sólo se aborda al niño o adolescente sino también a su familia, con distintas profesionales del Área y con el apoyo del El COPNAF.
Los chicos pueden llegar por demanda espontánea (cuando una familia pide ayuda), por una situación judicializada, por una demanda de la escuela o por la denuncia de algún vecino. Para cada uno de ellos profesionales del Área de Mujer y Familia elabora plan de acción, donde también se describe su situación personal y la de su grupo familiar.
Las actividades que se realizan, en primera instancia, son la restitución de derechos básicos como alimentación, higiene y luego todo lo que hace al desarrollo de sus potencialidades. “Son chicos que, por lo general, al tener sus necesidades básicas insatisfechas, tienen un nivel de autoestima muy bajo y esto viene acompañado de fracaso escolar. Como hay mucha inasistencia a las escuelas, intervenimos en la rutina escolar generando hábitos: concurrir, llegar temprano, llevar los útiles… Hacemos ese acompañamiento, pero principalmente trabajamos con la parte emocional de esos niños, que es importantísimo para el proceso de enseñanza aprendizaje”
Tocar su corazón para que afloren las emociones
¿Qué sucede cuando estos niños y adolescentes víctimas de malos tratos o carentes de cuidados y afecto encuentran un espacio de escucha y contención; qué sucede cuando un adulto se sienta a su lado o lo mira a los ojos con cariño? “El niño nace con necesidad de afecto… cuando está transitando la primera infancia es importante verse reflejado en esos ojos de mamá, el reconocerse a través del otro que actúa de espejo. Entonces, de acuerdo a la problemática que cada uno traiga, muchas veces las conductas se interpretan de forma inversa. Por ahí necesitan un abrazo, pero se muestran aislados, callados, con la mirada perdida. Cuando son más pequeños el trabajo es más inmediato porque hay un sostén corporal. Pero cuando las edades son avanzadas, ocho años en adelante, ya vienen con una carrera de frustración, entonces hay que trabajar un poco más profundo. Primero hay que generar un espacio de confianza; remarco mucho lo que hace a la mirada, a la escucha, para que ese niño empiece a sentir que es aceptado y a partir de ahí, casi tocar con la puntita de los dedos su corazón, porque ese es el punto clave para empezar a trabajar y que las emociones afloren”, describió la coordinadora del Centro.
¿Cómo volver a casa cuando los derechos están vulnerados?
Los niños y adolescentes que concurren al Centro de Día lo hacen a contraturno del horario escolar. De 7 a 13 (si van a la escuela de tarde) y de 13 a 19 horas (si van a la escuela de mañana). Una de las diferencias sustanciales con el anterior Hogar de Menores es que no pernotan en el lugar. Pero ¿qué sucede cuando deben volver a su casa, a ese lugar donde sus derechos fueron vulnerados?
Primero hay que destacar que no en todos los casos es posible seguir conviviendo con la familia. Depende de cada situación y de lo que la Justicia determine.
En caso de que la convivencia continúe, el Centro apunta a trabajar en forma directa con el chico, pero también con su familia, brindando a los adultos herramientas para una crianza diferente, respetuosa. “En el Centro se trabaja día a día con el niño y con la persona que va a retirarlo y también se realizan talleres para padres sobre crianza respetuosa. Semanalmente vamos hablando con ellos sobre cuáles son las problemáticas. Es un grupo de 10 o 12 personas donde puntualmente trabajamos en qué es lo que le pasa a ese papá/mamá; cuáles son sus debilidades; cuáles son sus fortalezas; qué lo atraviesa emocionalmente en esto de criar a un niño y ahí es donde vamos apuntalando, armando un andamio diferente”, contó Verónica Gabrielli.
Por otra parte, desde el Área de Mujer y Familia el equipo interdisciplinario aborda a todo el grupo familiar a través de talleres, entrevistas periódicas y visitas a domicilio para poder desatar el nudo conflictivo”, agregó.
Las heridas que se transfieren de padres a hijos
Verónica coordina el Centro de Niños desde hace cinco años. En este tiempo tiene mucho para contar, desde historias donde el cambio ha sido posible, hasta otras donde hubo avances y retrocesos continuos. Éxito y frustración; cara y contracara de una misma moneda.
Considera que el trabajo con los niños es arduo pero los cambios son más factibles que en los adultos, porque son muy dúctiles. “El niño es mucho más dúctil, es una esponja: donde siente afecto da afecto. Esto hace que, muchas veces, el papá o la mamá vean el cambio, el deseo de su hijo de asistir al Centro y eso un llamador muy importante … Diariamente soy de salir y hablar mucho con esos adultos y puedo observar que esa mamá sufrió la falta de una mamá, que tiene una historia llena de cicatrices y muchas veces me pregunto cómo amar si no he sido amado, cómo criar desde el amor si no me criaron así. Por eso sostengo que hay que contener y no juzgar. El taller es un lugar para que esos padres puedan ser escuchados, porque a veces es imposible seguir trasladándole responsabilidades cuando no tienen un paradigma de cómo hacerlo, cuando no saben por dónde empezar… La idea es que en el Centro de Día los padres también encuentren calidez, un lugar de escucha, de comprensión, alguien que les pueda dar una mínima herramienta y la posibilidad de compartir algunas actividades para que comiencen a empaparse con otro modo de comunicarse o educar”.
En definitiva, muchas son las actividades que se realizan en el Centro de Día para intentar restituir derechos vulnerados de los niños y ayudar a sus familias a encarar la crianza de una manera diferente. Finalmente, cabe destacar que la labor es en relación permanente con el COPNAF, con el Área de Mujer y Familia, con la Dirección de Educación por situaciones que se detectan en alguna escuela en una sospecha de abuso y con el Hospital Santa Rosa.