A través del tiempo algunas costumbres y rituales se mantienen y otros se modifican… además del ritual afloran en la fiesta las tradiciones, los valores de una identidad mestiza, multicultural, de una profunda diversidad cultural.
Por Daniela Zanandrea
Las culturas de cazadores y recolectores del mundo, desde hace varios miles de años realizan festejos para agradecer la fecundidad de los animales, las siembras y las cosechas, las lluvias y la fertilidad de la tierra. Casi todos hacen fiestas al sol y a la luna para que repitan sus ciclos, en las estaciones del año.
En América Latina el 1 de agosto es un día ritual de gratitud a la Pachamama, una de las celebraciones más arraigadas y más populares, que de acuerdo a la cosmovisión incaica es la Madre que protege el mundo, el universo, todo lo que brinda la vida, por lo que los hombres debemos agradecer cuidando, respetando y pidiendo protección.
En nuestro país las tradiciones nativas están muy arraigadas, en agosto se celebra en todo el noroeste el tributo a la Madre Tierra que se extiende durante todo el mes. Por ejemplo a través del Ritual del Convido que se hace al alba, al medio día y al atardecer, abriendo un pozo circular en la tierra para ofrendar frutos y bebidas, “se ofrece a la tierra todo lo que se quiere conservar para la comunidad durante el año” y se agradece con el fuego sagrado, alimentado con hojas aromáticas: incienso, palo santo y pedidos de intenciones.
En el sur el Ñuke Mapú es la tierra en sentido profundo, es la representación del mundo mapuche, es la interacción del pueblo con la naturaleza, con la vida, en una relación de reciprocidad. El 1 de agosto los mapuches agradecen el cuidado del pueblo y la relación con el otro, se comprometen a comportarse como parte de esta tierra, aportando al ciclo de la vida, compartiendo y redistribuyendo sus riquezas.
En nuestra región litoral la tradición popular es la caña con ruda, una infusión de ruda macho, planta europea traída por los españoles que los guaraníes dan sentido curativo.
Según cuentan los relatos, agosto era la época del año en el que se producían grandes lluvias, las que, agregando el frío estacional, provocaban enfermedades, por lo que muchas aldeas se diezmaban a causas de las pestes. Los nativos encontraron la forma de combatir esos males, a través de sus chamanes, quienes elaboraron el remedio, mezclando hierbas con licores, del cual debía beberse un trago al comenzar la estación de las lluvias, para espantar los males del invierno y conservar la buena salud. Y más allá de sus propiedades medicinales, con el paso del tiempo la ingesta del brebaje se convirtió en una suerte de conjuro contra las malas ondas, la envidia y la mala suerte.
A través del tiempo algunas costumbres y rituales se mantienen y otros se modifican, con la colonización los misioneros vinculan celebraciones europeas con las fiestas agrícolas y los rituales nativos, por lo que van adoptando nuevos sentidos y diferentes características regionales, donde además del ritual afloran en la fiesta las tradiciones, los valores, y van revelando lo que nuestra identidad es, mestiza, multicultural, de una profunda diversidad cultural.