Es religiosa franciscana y desde hace décadas desempeña su misión en Vilelas; una localidad santiagueña donde no hay agua, médico, policía ni sacerdote.
Por Claudia Cagigas
Vilelas es un pueblito de 3000 habitantes, ubicado al sudeste de Santiago del Estero. Allí vive la Hermana Ángela, una entrerriana que hizo sus votos religiosos hace 50 años en el seno de la Congregación Franciscana y tras pasar por algunos lugares de Chile y villas de Buenos Aires, finalmente se afincó en esa tierra inhóspita donde todos se van… La Hermana Ángela también es docente -jubilada-, así que durante muchos años trabajó en la escuela primaria de Vilelas y hoy asiste a quienes la necesitan desde la compresión, el afecto, la escucha y hasta económicamente. Días pasados visitó Chajarí para reencontrarse con la gente que desde aquí brinda apoyo a su pueblo y, en EL ESPEJO (Radio Show Chajarí), habló sin rodeos.
En Vilelas la mayor parte de las viviendas son de adobe con techos de tirante de madera, tierra, pasto y, si se puede, nylon para que la lluvia no lave la tierra. Cuando la religiosa llegó, los obrajeros pagaban a los empleados con mercadería, luego de 15 días de duro trabajo en el monte cortando postes, varillas, leña o haciendo carbón.
- ¿Esto de pagar con mercadería, hasta cuándo se dio?
- “En el 1995 todavía algunos pagaban así. Hoy a algunos les pagan con dinero y a otros directamente no les pagan -cuesta mucho cobrarle a los patrones-”.
- ¿Quiénes son los obrajeros, los patrones?
- “Son las mismas familias de ahí que lograron avanzar y tratan así a sus vecinos. Anteriormente estuvo La Forestal que devastó todo, arrasó con todo”.
- ¿Hay otra fuente de trabajo?
- “En esta época -verano- forman cuadrillas de 40 hombres y jóvenes. Se van al norte de Buenos Aires al desflore de maíz y después a la cosecha de maíz… Luego vuelven una semana con su familia y es el momento en que traen plata y compran alguna cosa. La mayoría ahora tiene motos. Cuando llegué en 1984 solo había dos camionetas en el pueblo y un colectivo que hacía el recorrido desde Quimilí hasta Tostado”. En Vilelas muy pocas personas tienen sueldo fijo: los municipales y docentes. Las mujeres son amas de casa y muchas trabajan en casas de familia o lavando la ropa. La mayoría son madres de siete hijos, entonces cobran una pensión más la asignación. Hay madres muy jóvenes, niñas, de 12, 13 años en adelante”.
- ¿Por qué hay madres tan jóvenes?
- “Hay muchos abusos, más de los que sabemos… Generalmente no se denuncian y cuando hay denuncias, las mujeres o hermanas hacen beneficios y pagan para que el hombre salga en libertad. A la chica le regalan algo y la obligan a retractarse. Lo que veo es que a veces dentro de una familia hay varios hijos abusados… En las viviendas todos duermen en la misma pieza y a veces los chicos en la misma cama matrimonial porque no hay lugar…”
- ¿Cuántos chicos concluyen la escuela secundaria?
- “En 2018 terminaron la secundaria 20 chicos y chicas. Pero el tema es el después, porque en Vilelas no hay posibilidades de seguir estudiando. El que puede y con mucho sacrificio sigue un profesorado en Quimilí o Añatuya. A veces alguno logra ir a Santiago del Estero para seguir otra carrera. Si Dios quiere este año se recibe un ingeniero agrónomo, hijo de una familia humilde”.
- ¿Qué autoridades tiene el pueblo?
- “En Vilelas no hay policía, un hijo del pueblo ocupa ese lugar pero no lo respetan… Hay mucha droga y alcohol, por eso hay peleas y apuñalados. Tampoco tenemos médicos estables ni ambulancia porque se la llevaron a Quimilí”.
- ¿Cómo funciona la Junta de Gobierno?
- “ Mal. El otro día hubo una marcha porque nos cortaba a luz a la tarde, con 45 grados de calor. El comisionado fue y le pidieron que renuncie pero dijo que él no podía hacer nada. Hace un año que está, aún le faltan tres… El agua falta, es de pozo y no se la puede tomar porque tiene arsénico. Entonces la gente junta agua de lluvia y cuando no llueve la municipalidad trae camiones tanque y vende el agua para pagar el combustible”.
- ¿La gente, tiene alguna meta en la vida?
- “Es un poco ver la vida pasar, esperando que alguien los asista… Siempre esperan que los asistan. Falta la iniciativa del trabajo. Hay familias completas que cobran pensiones y no trabajan”.
- ¿Cuál es su tarea?
- “Antes era docente, me jubilé hace 12 años y me quedé en Vilelas para acompañar a su gente. Antes el sacerdote iba todas las semana a celebrar la misma pero ahora me dijo que iría cada 15 días. Yo los acompaño en la oración, el catequesis, hago de abuela con los chicos, asisto a los enfermos”.
¿Qué hacer ante la cruda realidad de este pueblo santiagueño? Para la Hermana Ángela, el Gobierno debería implementar talleres o formación en oficios para que aquellos que no pueden seguir estudiando fuera, pueda tener una salida laboral más digna.