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12 diciembre, 2017

Si me dejás, me mato…

El psicólogo Sergio Brodsky explica en esta nota el proceso suicida y brinda detalles que puede ayudarnos a comprender y llegar a tiempo.

 

SERGIO LUIS BRODSKY. Psicólogo integrante del Equipo de Salud Mental del Hospital Felipe Heras de Concordia.

 

Por Claudia Cagigas

“El dolor que no habla, gime en el corazón hasta que lo rompe”, dice Shakespeare. Y es así, cada dolor, cada angustia callada, silenciada, no puesta en palabras, se manifiesta en síntomas, en enfermedades, en problemas de adicciones, en intentos de suicidios y concreciones.

 

Sergio Luis Brodsky es psicólogo de Concordia con una vasta experiencia en abordaje de pacientes con intentos de suicidio. Desde hace 20 años se desempeña en el Área de Salud Mental del Hospital Felipe Heras y es autor del libro “De amor y de muerte. Consideraciones sobre la prevención y asistencia al suicidio”. Invitado al programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí), explicó que el suicido es un problema endémico en nuestra región; un síntoma histórico y social que habla de la crisis existencial y de valores de nuestra época y nuestra cultura. Desde su punto de vista, el suicido es la expresión de enfoques y abordajes erróneos del campo de la salud mental y es un síntoma del fracaso del sistema público de la salud.

 

 

El suicidio es un proceso

“El suicidio no es un acto impulsivo sino que existe un proceso que previo que va de la fantasía a la idea, luego a la duda en que el sujeto se debate con desesperación entre la opción de vida o de muerte pidiendo ayuda y luego a la decisión. Este proceso autodestructivo generalmente tiene una situación desencadenante”, consideró Brodsky. Desde esta perspectiva, es posible prevenirlo porque “el suicida da señales, siempre da señales”.

 

 

El gran mito: “El que dice que se va a suicidar no se suicida”

Para Brodsky esta es una creencia errónea, generalizada y enraizada en el imaginario colectivo. “Es falso porque la enorme mayoría de las personas que han intentado suicidarse o han consumado el hecho lo han manifestado. Muchas veces los mismos profesionales de la salud aseguran que quien se va a suicidar no avisa y por eso esas señales son desestimadas. Más allá de que muchas personas utilicen esto para manipular a otros, no hay que desestimar los indicios porque el riesgo existe”.

 

De todas maneras, sugirió a quienes se sientan atrapadas en una situación similar (si me dejás me mato) que intenten salir del círculo vicioso “acudiendo a un tercero, a alguien que tenga una ligazón con esa persona que está manipulando con el suicidio para que se haga cargo”. “Una persona que quiere salir de una relación y es manipulada de esta forma siente mucha culpa, por eso hay que buscar un tercero: un amigo, un hermano, la madre para que busquen ayuda profesional”, dijo Brodsky.

 

SERGIO BRODSKY. Entrevista en el programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí).

 

Otros indicadores de suicidio

Hay otros indicadores de que se está transitando un proceso de riesgo suicida y que pueden ser detectados para intervenir antes de que se llegue a la decisión: “La persona empieza a regalar objetos valiosos o que les son importantes, notas suicidas, tristeza, angustia, manifestación de que la vida no tiene sentido, arreglar los asuntos personales, disminución del rendimiento en el ámbito escolar o laboral”. Ante estas señales hay que pedir ayuda urgente a un profesional de la salud mental (psicólogo, psiquiatra).

 

Etapas del proceso suicida

El médico psicoanalista Luis Hornstein reconoce tres etapas en la mayoría de los procesos suicidas:

  • Primera etapa: después de una situación traumática o situación de pérdida. La persona empieza a fantasear o a idear quitarse la vida
  • Segunda etapa: consideración o duda. La persona transita por una cuestión ambivalente donde la pulsión de vida y muerte entran en combate y se debate internamente la idea de quitarse la vida. Por lo general esta fase suele ser de mucho angustia con manifestaciones de mucha depresión y tristeza.
  • Tercera etapa: se toma la determinación. Hay un cambio notorio en la conducta, la persona está muy serena porque se sacó la carga, ya decidió.

 

El riesgo de la repetición

“Cuando una persona ha realizado una tentativa de suicido, en el período posterior tiene una alta probabilidad de repetir el intento”, explicó Brodsky. Este dato es fundamental porque si el suicida es llevado a la guardia de un hospital para atender la urgencia, “no se le puede curar las heridas o hacer un lavaje de estómago y mandarlo a casa. Esa persona debe quedar internada para ser atendida integralmente porque no tiene un problema físico sino mental”, subrayó.

 

Familias donde hay varios casos de suicidio

“No está comprobado científicamente que haya una predisposición genética al suicido. En lo personal, interpreto que aquellas familias donde se dan varios casos, operan cuestiones más del orden de lo relacional entre padres e hijos. Hay factores de riesgo en el entorno de las personas… Hay una trasmisión psicológica que tiene que ver con modelos de identificación, con cuestiones de no poder haber nutrido la autoestima, el amor propio, de pensar si este familiar se quitó la vida yo no fui lo suficientemente importante para que se quede… entonces yo no creo en la cuestión genética pero sí en la transmisión psicológica, emocional. El suicida deja marcas en sus seres más queridos”.

 

Para Brodsky  “es importante hablar de esto porque todo lo que se silencia hace síntomas…  Cuando la palabra falta aparece el síntoma, el sufrimiento, las repeticiones de lo que hicieron nuestros antepasados sin saber por qué. Lo no dicho siempre hace síntomas. La palabra es la única forma de enfrentar a los monstruos”.

 

Un tema para comenzar a reflexionar desde lo más profundo… El número de suicidios que llevamos en Chajarí concluyendo 2017 –y en años anteriores- así lo ameritan.

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