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10 mayo, 2018

“Nuestra Señora de la Luz”: una escuela modelo para chicos que no tienen cabida en otras escuelas

 

Es una escuela pensada para atender específicamente a persona con discapacidad. Es el único lugar con educación temprana gratuita de la ciudad.

 

ESTELA ETCHEVARNE, TERESA CHAPARRO Y JULIANA CROATTINI.

 

Por Claudia Cagigas

La necesidad que motivó la creación de la Escuela N° 22 “Nuestra Señora de la Luz” fue la que marcó su identidad: convertirse en un espacio pedagógico para niños, adolescentes y adultos que por su discapacidad no tienen lugar en otras escuelas.

 

Veinticinco años atrás no existía en Chajarí un lugar similar. Desde el Gobierno no querían crear nuevas escuelas, menos para discapacidad, porque creían que estas personas tenían un límite que no podían superar y que, por tanto, era en vano cualquier intento. “Sin embargo, las mamás que dieron vida a esta escuela estaban convencidas que nadie tiene un techo, que todas las personas se merecían la oportunidad y los medios para superarse y esta idea fue la que esencia de la escuela”, sostuvo Claudia González, ex docente y madrina de Alejandro, uno de los primeros alumnos de “Nuestra Señora de la Luz”.

 

Teresa Chaparro, Cristina Truman, Cristina Mesutti, Dorila Croattini,  Pola Surt y Claudia González fueron las mujeres que se cargaron al hombro la ardua tarea de crear una escuela para estos chicos. Contaron con la ayuda invalorable de los sacerdotes Hugo Grimaux y Max Wendler.

 

TERESA CHAPARRO. Una de las mamás fundadoras.

Invitada en el programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí), Teresa Chaparro recordó que 25 años atrás los papás de chicos especiales se sentían “abandonados y desprotegidos” porque si bien “estaba la Escuela N° 8, ésta atendía más que nada chicos con problemas de aprendizaje y nuestros chicos no tenían cabida en otro lugar”.

 

Después de incontables reuniones para definir objetivos y un proyecto de institución; innumerables beneficios y la compra del inmueble donde hoy se encuentra la escuela,  finalmente se comenzó a funcionar con seis o siete chicos pero pronto la matrícula empezó a incrementarse.

 

Durante muchos años los docentes no tuvieron sueldo reconocido por el Concejo General de Educación. No obstante, los beneficios continuaban para pagar esos sueldos y ellos mismos se sumaban al trabajo para juntar fondos.

 

Estela Etchevarne, docente y ex directora, recordó “De inmediato empezábamos a trabajar, a formarnos, a capacitarnos, a ponernos en contacto con neurólogos, con centros especializados. Para cada chico o joven se preparaba un plan. Fue un compromiso muy grande desde el comienzo”.

 

“Empezaron a venir muchos chicos de las zonas rurales, de Villa del Rosario, de Santa Ana… No teníamos límites de edad, el que no era recibido en otro lugar por su discapacidad, ahí lo recibíamos. Teníamos desde bebés hasta adultos. A los bebés les hacíamos estimulación temprana, a los niños les dábamos la parte de escolaridad y a los adultos la parte de taller. A medida que la escuela comenzó a crecer fuimos agrupando para organizar mejor el trabajo”, contó Norma Caprotti, otra de las docentes que recorrió la historia de “Nuestra Señora de la Luz”.

 

MARIA MASETTO, CLAUDIA GONZÁLEZ Y NORMA CAPROTTI.

 

“Hacíamos abordaje terapéutico y pedagógico. En algunos casos se hacía más hincapié en lo pedagógico y en otros en lo terapéutico, de acuerdo a las posibilidades de cada alumno. Para esto un equipo evaluaba y hacía un plan de trabajo individual”, explicó Estela Etchevarne.

 

Hoy la escuela cuenta con 65 alumnos y la regla madre sigue siendo la misma: “Todo chico tiene el derecho de aprender, aún los que poseen las patologías más severas”, comentó Juliana Croattini, actual directora.

 

“Hay quienes se atienden de manera individual y otros en grupos reducidos. Depende de las características de cada uno. Se trabaja con una educación ciclada y una no ciclada. Además de lo terapéutico específico también nos abocamos a lo pedagógico”, agregó María Masetto, secretaria de la institución.

 

Una escuela que compensa, en parte, el vacío que dejan las obras sociales

JULIANA CROATTINI. Actual directora de la Escuela 22.

La escuela logra compensar parte de la cruda realidad que enfrentan algunas de las familias y alumnos. “Hay familias que no tienen obra social y no pueden llevar sus hijos al médico, hacer consultas o los tratamientos que necesitan. Entonces nosotros trabajamos con las papás codo a codo, apoyamos a las familias cuando no hay médicos ni obra social porque la escuela es el único recurso o el único espacio donde concurren. Tenemos niños que no tiene ni cabida en el hospital, que tienen que hacer una consulta y deben esperar cinco meses un turno con la fonoaudióloga…”, contó Juliana Croattini.

 

“Arrancamos desde educación temprana, con los bebés y como la demanda es muy grande priorizamos a los que no tienen posibilidades de atenderse en otro lugar porque no tienen ningún otro recurso… En educación temprano este es el único espacio gratuito de Chajarí donde puedan atenderse”, agregó María Masetto.

 

A 25 años de su creación, la Escuela “Nuestra Señora de la Luz” mantiene aquel espíritu que trazaron sus creadoras y sigue siendo el lugar que recibe a los niños con discapacidad que no tienen cabida en otro lugar. Pero no solo eso: es una institución que apunta a la calidad humana y pedagógica y que sigue buscando aquellas propuestas que mejor se adapten a cada bebé, niño o adulto que recibe.

 

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