Las enfermeras de Malvinas fueron hermanas, amigas y hasta madres de los heridos. Estuvieron expuestas al peligro, al dolor y más tarde al olvido, hasta que una de ellas, Alicia Reynoso, comenzó una larga lucha para lograr el lugar que merecen en la historia. En esta nota de EL ESPEJO habla sobre los días de la guerra, sobre lo que contaban los soldados y sobre la violencia que vino después.
Por Claudia Cagigas
Enfermera, “Heroína de la Guerra de Malvinas” según reza su DNI desde mayo de 2021, la entrerriana Alicia Mabel Reynoso es la primera mujer que logró este reconocimiento por su participación en la Guerra de Malvinas.
Hoy tiene 67 años y vive en Paraná. Pero tenía 24 cuando fue enviada al sur, junto a otras enfermeras prácticamente de su misma edad. Ninguna eligió ser partícipe de este infierno, pero allá fueron, cumpliendo órdenes militares, porque además de enfermeras eran militares. En el programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí), dialogamos con Alicia Reynoso, para conocer parte de esta historia prohibida.
El Espejo (EE) -. ¿Quién y cómo decidió tu participación en la Guerra de Malvinas?
Alicia Reynoso (AR)-. En 1980 ingresé a la Fuerza Aérea, fui una de las primeras mujeres con grado militar y en 1982 me dieron la orden como, a todos los militares, de participar, ir y cumplir con la Patria como habíamos jurado cuando ingresamos a la Institución. Así que cumplimos con una orden que se nos había dado; como militares no cuestionamos las órdenes, las cumplimos.
EE-. ¿Qué sentiste cuando te dieron la orden de ir a Malvinas?
AR-. Salimos del Hospital Aeronáutico Central donde estábamos destinadas. Sentimos que para eso estábamos, lo que no pensamos fue que tan pronto íbamos a hacer uso de la parte militar que habíamos aprendido en los dos años de antigüedad en la Fuerza y de la parte profesional adquirida extra institucionalmente. Nadie se victimizó, nadie hizo nada fuera de lo común, se cumplió la orden y marchamos desde Buenos Aires con la idea de ir a Malvinas. Después, cuando llegamos a Comodoro Rivadavia nos avisaron que el hospital quedaría ahí como hospital de referencia, que ahí llegarían todos los heridos para que le brindemos atención y contención. Yo soy instrumentadora también, así que si había que hacer alguna intervención habría el quirófano y empezaba la cirugía. También nos tocaban todas las evacuaciones aeromédicas, lo que significaba volar en esos tiempos, en esos cielos y en esa situación.
El Ejército llevaba sus heridos al Hospital Zonal que existe en Comodoro Rivadavia. La gente de la Armada llevaba al Hospital de YPF y nosotros, los de Fuerza Aérea, atendíamos en ese Hospital Reubicable Desde ahí teníamos que derivar rápido para que las camas queden vacías para el próximo avión que llegaba.
EE-. Fueron 14 las enfermeras de Fuerza Aérea. ¿Cómo las trataban?
AR-. Como militares no podemos decir que éramos maltratadas porque el maltrato estaba naturalizado, era normal… Durante la guerra se nos trató bien, ahora después de la guerra el olvido dolió mucho más que la guerra en sí, ahí sí puedo decir que ejercieron una violencia increíble e imperdonable nuestros propios pares.
EE-. ¿Por qué considerás que tus propios pares ejercieron una violencia imperdonable?
AR-. Porque nos estaban olvidando nuestros pares, nuestros pares eran nuestros enemigos. Allá los enemigos eran los ingleses más la OTAN, acá eran nuestros propios compañeros, nuestros propios superiores que nos negaban y que hasta el día de hoy lo siguen haciendo. El olvido es violencia y durante muchos años las enfermeras fuimos NN, con lo que significa ser NN en Argentina. Sin embargo, nosotros éramos un NN viviente. Hasta el 10 de mayo de 2021 yo fui un NN porque nadie me reconocía como veterana de guerra por más que había ganado el juicio… Se me criticó, se me critica, y se me criticará, pero cuando vi el DNI con la estampa “Heroína de la Guerra de Malvinas”, recién pude decir que soy reconocida con un documento que me identifica como tal. Las leyes están para cumplirlas y si hay una ley desde el 2014 donde dice que todo veterano o veterana debe tener la leyenda en el DNI, ¿por qué nosotros, las mujeres, no podemos tenerla? Yo no me considero heroína como dice el documento, pero sí considero que las mujeres que participamos tenemos que estar ahí.
EE-. ¿Cómo llegaban los heridos en cuanto a las condiciones en que eran tratados por el Ejército Argentino?
AR-. Las enfermeras militares somos asistenciales en tiempos de paz y operativas en tiempos de guerra y los jóvenes patriotas que llegaban allí estaban desorientados en tiempo y espacio, mal alimentados, con ropa que no se condecía con el lugar de donde venían y por eso, la Fuerza Aérea estuvo acertada en poner a las mujeres en ese lugar y en esa línea porque era ahí donde el soldado nos necesitaba. Si bien nosotros manejamos armas, nuestra posición no es en el frente, es en la retaguardia para recoger los heridos y recuperarlos para que vuelvan al combate. En esa posición estábamos y fuimos un poco madres, un poco amigas, un poco hermanas y ellos con nosotros se liberaban porque si bien nos venían con el uniforme, con el grado como cualquier otro militar, en nosotras volcaban algunas cosas sobre cómo los trataban, si pasaban frío, si pasaban hambre, pero también nos pedían volver porque habían dejado a su amigo, a su hermano en la trinchera. En esas noches frías cuando llegaban todos los heridos, entre el griterío y los gritos del dolor, hay uno que tenemos grabado, es del de “Mamá, llamen a mi mamá, avisen a mi mamá”. Ahí nos dimos cuenta con quienes habían hecho la guerra: patriotas que si bien tenían el patriotismo muy elevado eran muy jóvenes. Ellos nos decían que íbamos perdiendo, que estábamos en inferioridad de condiciones en armamento, en ropa, en comida, en todo. Entonces vimos y escuchamos muchas cosas muy tristes.
Nadie se victimizó en el momento, no había tiempo para quebrarse, para decir esto no quiero, había que hacerlo y después, cuando terminábamos y limpiábamos, tal vez nos juntábamos, llorábamos y rezábamos, porque nosotras también teníamos miedo. Se nos había prohibido llorar y estar más tiempo de lo común con cada herido. Era un ir y venir, quizás para no entrar en ese ambiente de debilidad. Entonces era mejor el trato cortante, conciso, concreto porque así tenía que ser y así fue.
EE.- ¿Hubo noches duras, de mucho miedo?
AR-. En el hospital por ahí recibíamos la orden de oscurecimiento general por posibles ingresos de tropas enemigas. La primera vez fue muy fuerte porque me llamaron, me pidieron que prepare a mis compañeras, que todas tomemos el arma y sigamos al mayor tanto. Así lo hicimos. Nos sacaron del hospital al campo, nos metieron en unos caños de cloacas que estaban colocando. Nosotros nos sabíamos que pasaba, pero no tuvimos tiempo de asustarnos porque era todo confuso, nos metieron ahí, pusieron una tapa arriba y un nylon para identificar el lugar. Éramos cinco enfermeras y un médico. No sé cuánto tiempo estuvimos, para mí fue una eternidad. Así se dieron cuenta que no teníamos refugio y empezaron a hacer uno…
EE-. ¿Cuándo y cómo retornás de la Guerra de Malvinas?
AR-. A mí me sacaron los primeros días de junio de 1982 y me mandaron a la Escuela de Aviación de Córdoba a realizar un curso para ser una de las primeras oficiales de la fuerza. No pude ver a mi mamá, así que le escribí una carta porque allá no teníamos dinero y no podíamos ir a una central de teléfono para llamar. Recién pude ver a mi madre en el primer franco, que habrá sido unos 20 o 25 días después. Las demás enfermeras volvieron al hospital como que si nada hubiera pasado y se les prohibió hablar. Sin embargo, nos había pasado una guerra por encima y nadie nos tuvo en cuenta, nadie nos dio un apoyo psicológico. Al otro día volvimos como si nada a trabajar.
EE-. ¿Te cambió esta guerra?
AR-. Terminado el conflicto, me fui a hacer ese curso. Nadie magnificó lo que había pasado, ni nosotras mismas. Llegué, guardé todas mis cosas en una caja, la cerré y la recontra cerré. Y creo que mis compañeras hicieron exactamente lo mismo. Yo seguí trabajando en la Fuerza Aérea hasta el año pasado.
En el 2009 me cansé de ver tanta negación, tanto ninguneo inconcebible porque las enfermeras estábamos todas vivas, de hecho, hay dos trabajando dentro de la Fuerza, pero nos siguen negando. Entonces en el 2009 levanté tímidamente la bandera por la visibilidad de estas mujeres que sufríamos violencia económica, institucional, violencia de todo tipo. Empecé a subir las fotos en las redes sociales y ahí comenzaron a agredirme en todos los idiomas y me di cuenta que la verdad molestaba mucho y que si molestaba mucho era por algo. Así que empezamos a investigar y nos dimos cuenta que compañeros nuestros, sobre todo mi compañero médico de evacuación aeromédica y otros técnicos, estaban reconocidos plenamente desde el 2000 y cobraban pensiones. En cambio, nosotras que también estábamos reconocidas por el Congreso, no cobrábamos. De las mujeres se olvidaron. Primero comencé a mostrarme sola, me paraba en los actos y me empujaban de todos lados porque era la presencia de un error. Después se fueron sumando otras compañeras y en el 2013 me llamaron de la Fuerza Aérea y empezamos a participar de algunos desfiles. Ahí empecé a molestar enserio en busca de la verdad, empecé a ser la COMPLICADA porque exigía los derechos que me habían negado durante tantos años. Fue muy difícil enfrentar este grupo de personas, este patriarcado tan fuerte como son los militares y la guerra en sí, me costó amenazas, empujones, querer llevarme presa, pero lejos de asustarme no paré. Todos esos golpes que me dieron y les dieron a mis compañeras en Córdoba (la Fuerza Aérea y del Ejército), nos empoderamos tanto que nos vieron los que nos tenían que ver: la Justicia. Y la Justicia, el 20 de mayo de 2021 me reconoció como veterana. Después tuve una lucha burocrática tremenda hasta que por fin logré el DNI con la leyenda “Heroína de la Guerra de Malvinas”. Como entrerriana me siento muy orgullosa, soy la única Veterana de Guerra mujer de Entre Ríos. Para mí es un orgullo estar en este lugar.
Hace pocos días Alicia Reynoso estuvo en Chajarí, en el marco del Congreso de Enfermería. Como en muchos otros lugares, recibió el cariño de sus colegas y de muchas otras personas que reconocemos el valor de las mujeres en Malvinas y apostamos a que todas puedan lograr ese merecido reconocimiento por la labor invaluable que desempeñaron en la guerra, ayudando a mitigar los dolores del cuerpo y del alma de los heridos, a pesar de su propio dolor y temor.