
Por Claudia Cagigas
En el barrio Salto de Chajarí hay una cancha de fútbol en la que, desde hace mucho años, un hombre del barrio se encarga de recibir a niños y adolescentes para hacerlos jugar al fútbol, servirles la merienda, escucharlos y orientarlos en la vida. Se llama Keko Fernández y su actual oficio es el de tatuador.
Keko está convencido que el deporte y el cariño es la mejor excusa para atraer a los chicos. Muchos de ellos están literalmente solos en la vida: no tienen padre, en algunos casos poseen una madre ausente y muchos son víctimas de maltratos físicos y psicológicos dentro y fuera del hogar. Duele, pero en su celular conserva algunas imágenes de niños golpeados que han acudido en busca de ayuda y también algunos videos con relatos de los propios chicos contando lo sucedido. Algunos tienen la cara hinchada por los golpes, otros exhiben marcas en el cuello y el rostro bañado en lágrimas…
Su trabajo es ad honorem. Considera que “sería una vergüenza cobrar” por lo que hace y siente que muchos de los niños lo ven como el padre que no tienen. Su meta es lograr que “tengan un objetivo en la vida”, mostrarles otra realidad, por eso también aprovecha cuando varios de los conocidos que tiene en clubes de Chajarí los invitan a participar en torneos de fútbol.
A la cancha del barrio Salto acuden niños y adolescentes de diferentes barrios: Salto, Chaco, Santa Rosa, Estación, Retobo, entre otros.
“Los de 14 a 16 son más cerrados, no son mucho de contar, a veces expresan el sufrimiento en la cara, no hace falta que digan algo, uno los ve tristes, por ahí se enojan con los compañeros pero conversando con ellos se sienten bien. No sé cómo serán en otro lado pero a mí me tienen mucho respeto porque yo los respeto. Llevamos una buena convivencia, creo que ayuda mucho que yo los hablo, los charlo sobre la disciplina, sobre el alcohol que nunca los va a llevar a ningún lado, les hablo de los vicios que los llevan por mal camino, les reflejo a personas que andan en ese camino y ellos entienden porque necesitan una persona que los hablen. Tal vez en la casa no hablan con sus padres por vergüenza o falta comunicación ”, expresó Keko Fernández en el programa EL ESPEJO (Radio Show Chajarí).
Los grupos están divididos por edades. Los lunes, miércoles y viernes, luego de la escuela, se juntan unos 50 chicos de entre 4 y 13 años de edad. Los martes y jueves concurren quienes tienen entre 14 y 16 años.
“Se van integrando cada vez más chicos de distintos barrios. Esos chicos que en los clubes no los dejan participar, porque si no tenés plata no podés participar, van al barrio, se acercan… La mayoría de los padres no aparecen por la cancha aunque los gurises necesitan acompañamiento. Entonces, por ahí aparecen temprano en mi casa: si entrenamos a las 17 llegan a las 15, se sientan comigo, compartimos un mate y me ayudan a llevar los materiales a la cancha”.
Keko realiza su tarea con el aporte solidario que realizan algunos vecinos de Chajarí. “Atletas por una causa nos llevó abrigo, leche, tazas. Tenemos gente que nos llevó pelotas, huevos…. Hay gente que verdaderamente se interesa por los chicos aunque no son muchos. Para mí el Estado debería estar para los chicos, Deportes nos da un pack de leche cada 15 días y harina, pero nunca llegaron asistentes sociales. Eso es lo triste porque ellos tendrían que estar. La mayoría de las veces escucho a los políticos decir que quieren sacar a los chicos de la calle, pero en el momento que lo necesitan no hay nadie, nunca fueron a preguntar si tienen algún problema psicológico. Nada”, aseguró.
¿Qué ve Keko en los chicos? “Mucha tristeza, por ahí me abrazan y lloran; pelean por ahí por sentimientos que traen de la casa. Hay chicos que están bien y otros no, es como todo. Hay muchos que necesitan cariño, se nota la tristeza en su mirada. Hay chicos que por diversos motivos los padres se separan y están solos… Yo pienso que me ven como a un padre porque no lo tienen”.
Las necesidades
La cancha de fútbol del Salto no es propiedad de Keko sino del barrio y, por tanto, se la comparte con gente más grande que luego del trabajo llega para utilizarla. El problema es que, según contó el entrevistado, muchos vienen consumiendo alcohol o se juntan a consumirlo en ese lugar, constituyendo “un mal ejemplo para los niños”. Los horarios de uso de superponen porque todos deben aprovechar las horas de luz del día.
Para evitar este problema, Keko explicó que lo ideal sería contar con un par de reflectores para que los adultos puedan utilizarla de noche, dejando las horas del día libre para los pequeños. En este sentido, la buena noticia es que el jefe del Cuerpo Activo de Bomberos Voluntarios, Hermindo Ovando, se comprometió a donar dichos reflectores en nombre de Bomberos. Los mismos están en el cuartel desde la época en que la institución participaba en la organización de Carnavales y hoy no se los utiliza. Por otra parte, desde la Peña de River, Yanina Capeche también se comunicó con EL ESPEJO y se comprometió a ayudar en lo que sea necesario.
Finalmente, Keko indicó que lo que también se necesita es que el municipio nivele el terreno de la cancha, dado que durante los días de lluvia ésta se convierte en una suerte de “pileta” y cuesta mucho evacuar el agua una vez que cesan las precipitaciones. “El compromiso del director de Deportes, Javier Zampedri, está”, aseguró.
Ver para creer… Recorrer nuestros barrios, charlar con sus protagonistas es la única forma de poder tener una radiografía un poquito más aproximada a la realidad de nuestro pueblo; una realidad que trasciende lo que pasa a nuestro alrededor más inmediato… Allí muchas personas trabajan en el anonimato, arremangándose, sin esperar que el Estado provea o, mejor dicho, cuando el Estado no lo hace, lo hacen ellos…