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12 mayo, 2016

El trabajo ¿un componente de nuestra identidad?

Por Daniela Zanandrea
En la Argentina, afirma Felipe Pigna,  el primer acto del Día del Trabajador se realizó, en Buenos Aires, y contó con la participación de numerosos movimientos, integrados por inmigrantes alemanes, italianos, españoles y portugueses, quienes a partir de 1890 decidieron celebrar cada 1° de mayo.Estas incipientes manifestaciones, se entienden dentro del proceso histórico que había comenzado décadas anteriores, el de la Argentina Liberal, que establece el modelo económico agroexportador y que, tiene como uno de sus objetivos: poblar.

Como consecuencia de este Proyecto modernizador, nace Villa Libertad, hoy Chajarí. En 1876 llegan los primeros pobladores europeos elegidos por Pablo Stampa en la alta Italia. Según instrucciones precisas, debían ser familias numerosas y de colonos –agricultores- con el mayor número de miembros aptos para el trabajo. El Profesor Varini,  al describir las características de las primeras familias que llegaron  a Villa Libertad, dice que además de numerosas, tenían  valores comunes: la religiosidad, el ahorro, la cooperación familiar y el “trabajo”. Además, Varini nos cuenta los primeros pasos de la colonia: “El 26 de abril de 1876 arriban a la villa las familias en compañía del administrador. Fueron alojados provisoriamente en unos galpones al lado de la Estación del ferrocarril. Comenzaron inmediatamente los trabajos preparatorios saliendo a los montes de Guarumba y González –estancieros vecinos- a cortar madera para la construcción de ranchos. (..) Es un mundo por nacer. Todo hay que hacerlo: desmontar el campo, construir el rancho, traer la madera y el agua, preparar la tierra, amansar los bueyes, manejar los caballos, que tampoco son mansos”. (Varini, César. (1990). Villa Libertad. Pg 24)

Pero estas tierras no estaban vacías, según el Censo de 1895: había en la colonia 376 colonos italianos y 105 familias criollas. Familias, también numerosas, extensas, de  comunidades guaraníes, cristianizados. Y trabajadoras, aunque con otro sentido del trabajo, el del gaucho, un trabajo libre de tiempos y espacios establecidos. Un arreo de ganado, podía ser a Corrientes o Buenos Aires, y podría llevar días, semanas, meses. Además, eran hombres militarizados, férreos cuidadores de la frontera de la patria.

Sin lugar a dudas, el trabajo fue una constante en nuestra región, los que estaban y los que llegaron eran “hombres y mujeres de trabajo duro”,  y si buscamos en los Libros de  cada Institución de nuestra ciudad – capillas, escuelas, clubes-  en la primer Acta dice como se conformó la Comisión Pro- templo- Pro- escuela, Pro- club,  y los nombres de los vecinos, que se comprometen , que  con esfuerzos en los tiempos libres, trabajo cooperativo y objetivos comunes,  fueron dejando a sus hijos la ciudad que hoy tenemos.

Creo que hoy, en el día de los trabajadores, nuestro desafío es hacernos nuevas preguntas: ¿Nuestras comunidades  mantienen el espíritu de trabajo compartido, que además permite la “alegría del encuentro”? ¿Mantenemos el sentido de pertenencia a las comunidades e instituciones de las que somos parte?  ¿En qué momento y por qué motivos comenzamos  a creer que esperar un cheque, unos ladrillos, un aula, un plan o subsidios es más valioso  que la alegría del encuentro y del trabajo compartido? Sería además un modo de honrar a aquellos hombres de trabajo que nos dejaron un camino.

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