¿Quiénes son las personas que encarnan los personajes del circo, cómo son sus historias, cómo viven, qué los atrapa de ese andar incesante de un pueblo a otro?
Por Claudia Cagigas
No cualquiera puede entender el atractivo de la vida itinerante, el armar y desarmar cada quince días para emprender una nueva mudanza y correr tras un nuevo destino… Ir de pueblo en pueblo llevando lo que uno sabe; buscando, en definitiva, el aplauso, la emoción, el reconocimiento del otro. Sus vidas son una incógnita para quienes estamos fuera; al menos hasta uno de estos sábados cuando varios integrantes de Circus Circus se sentaron en el estudio de Radio Show y en el programa EL ESPEJO, desgranaron parte de su vida. ¿Cómo viven? ¿En dónde? ¿Cómo es el día a día? ¿Dónde está su familia de origen? ¿Cómo van a clase los chicos? Ellos mismos lo cuentan en esta nota que arranca con una historia de amor y una fuga a los 15…
Enamorarse del trapecista y huir por amor
Soledad es la propietaria de Circus Circus y es tercera generación de circo por parte de padre. Su mamá no pertenecía a ese mundo, pero un día el circo llegó a Curuzú Cuatiá, Corrientes, de donde era oriunda “y ella se escapó porque se enamoró del trapecista. Tenía 15 años, se fueron a Monte Caseros y allá llegó toda la familia a buscarla… Le dijeron que si quería seguir tenía que casarse y así fue… Llevaban una semana juntos, pero el amor es así… Al tiempo ella empezó de asistente como empiezan todas las chicas porque el mismo circo es como una escuela y te da millones de oportunidades: la pista, la zona de atrás (el vestuario), la publicidad, el mantenimiento, la boletería, acomodar gente… De todo. Hay gente que por su edad ya dejó la pista y sigue haciendo otra cosa”, contó Soledad.
“El caso es que mi mamá lo siguió a mi papá y en el circo nacimos mi hermana y yo…Cuando tenía 11 años ellos decidieron dejar esa vida, se fueron a vivir a Pergamino, ahí terminé la escuela secundaria y mi mamá falleció. Después decidí volver al circo donde estaba mi hermana, conocí a Sebastián y nos casamos (él vestido de payaso en el Registro Civil, yo de novia). Estuvimos juntos 14 años y después nos separamos. Con las cosas que me tocaron me fui a Pergamino a decidir qué iba a hacer y finalmente decidí armar Circus Circus”, sintetizó Soledad.
El circo y el público hoy
El auge de los circos fue decreciendo con el paso del tiempo. Como empresaria circense, Soledad advierte dos factores que pueden haber influido en este fenómeno: “Primero la tecnología y la gran influencia en los chicos. En segundo lugar creo que la misma gente de circo no tuvo el respeto necesario al público: ofrecían espectáculo de baja calidad o te regalaban entradas supuestamente gratis y cuando llegabas tenías que pagar algo…. Nosotros pertenecemos a una nueva generación donde cuidamos cada piedrita, cada detalle. A mí me emociona que la gente se vaya conforme, se me pasan los nervios cuando veo que aplaude a los artistas. Hace poco yo me bajé de la parte del sonido porque disfruto con ellos, a veces sueño cosas y les digo ‘vamos a probar esto! Yo se que esta música va a servir, vamos a usarla de tal a tal punto, mirá, para el desarme de la red vamos a hacer así, así, así’… está todo cronometrado, son cosas que me imagino por ahí cuando voy manejando o cuando estoy nerviosa entre función y función agarro mi máquina de coser abro un ropero lleno de telas y les hago ropa a las chicas o nos ponemos a ensayar algo…”, relata mientras las lágrimas corren por sus mejillas.
Una chica de Palermo
Sol es otra de las artistas (trapecistas). Nació en Palermo y desde muy chiquita se dedicó a la gimnasia artística. Su vida nada tenía que ver con el circo. Estudiaba Arquitectura hasta que un día, en una escuela de circo conoció a su ex marido –sexta generación de circo- y aunque le costó mucho, terminó convenciéndola de que se una con él al Rodas. “Me empecé a enamorar de la pista, del escenario… Hablé con mi familia, dejé Arquitectura, encima soy hija única… Me preguntaron: sos feliz? Les dije que sí. Entonces me respondieron que si me hacía feliz ellos eran felices y ahí me fui. El segundo fue el Cirqué XXI. Me costó mucho adaptarme a la vida, a los viajes, por ahí a guardar todo cada dos semanas, llegar, instalarte en un lugar nuevo… El año pasado me fui a Japón a trabajar con un contrato, no me gustó por una cuestión técnica. Hace un mes me llamó Soledad y estoy ahora en Circus Circus. No tengo casa rodante pero el circo me da un lugar donde vivir”, contó Sol.
¿Cómo es la vida en el circo?
“Tenés que pensarlo como un barrio móvil. Hay gente que está en pareja, hay gente soltera, hay gente divorciada… Cada cual tiene su motor home, su casa rodante. Son casas cómodas con baño, agua, luz. Cuando llega el circo se encarga de poner todos los servicios”, explicó Fabrizio, otro de los artistas que de desempeña como coreógrafo y payaso.
Fabrizio no tiene casa propia pero el circo se la provee. “Yo soy profesor de danza. Me dediqué a eso durante varios años y en el verano del año pasado vine a verlo a Totín, mi hermano que está en el circo y me quedé un verano. Fue una revolución en mi, sentí que era mi lugar, la vi a Sole y le pedí que me de trabajo y aquí estoy”.
Todos los entrevistados aseguran que tanto las casillas rodantes como los motor home hoy son muy cómodos: tiene baños, cocinas, luz, todos los servicios. Cada familia se cocina por su cuenta y cobran sus haberes en forma semanal.
La escuela y los chicos
Augusto es “Totín”, el payaso principal. Hijo de padres cirqueros cursó toda su escolaridad en un circo, yendo de ciudad en ciudad. “Es difícil pero no imposible. En cada ciudad que vamos, vamos a la escuela. Hay una ley sobre los niños golondrinas que abarca hijos de gendarme, de circo y parques. En nuestro caso no es necesario que la escuela tenga cupo, en la época del año en que lleguemos nos hacen lugar y listo. El seguimiento se hace a través de un cuaderno donde, a parte de quedar asentado los pases de institución a institución, constan las inasistencias como las de cualquier chico. Es muy difícil porque el sistema escolar no está unificado en Argentina, entonces cuando cambiás de provincia es una tortura. Es como que vas y venis porque el nivel no está parejo”, explicó.
Aman el circo, arman la carpa donde se desarrollan sus sueños y, por eso mismo, los momentos más temidos son las tormentas y el viento que puede arrebatar esa parte tan importante de su vida. Cuando una tormenta amenaza todos corren a defender lo suyo, bajan la carpa, la afianzan, la protegen como si fuera su propia vida… Es que quizás es eso… su propia vida…