Por Marisa Domínguez
Cada 31 de octubre se cae en la misma polémica y de la misma manera que los capitalistas logran implantar la era del consumismo de manera descontrolada en aquellos que parece recordar a sus progenitoras o progenitores una vez por año; los férreos defensores patrios, una vez por año despiertan el cuestionamiento de la celebración conocida como Halloween.
En vísperas del día de “Todos los Santos” que se conmemora el 1 de noviembre, algunas culturas como la estadounidense celebran la “Noche de Brujas”. La misma, es una fiesta moderna de origen celta que representa el fin del verano sobre dichas latitudes.
El día se asocia a menudo con los colores naranja, negro y morado y está fuertemente ligado a la frase dulce o truco, también conocida como truco o trato, donde los niños disfrazados recorren las viviendas vecinas pidiendo caramelos para interponer un trato con su interlocutor, o dar lugar al truco que, desde luego, representará una travesura.
Ésta, como tantas otras culturas, se ha ido incorporando a las nuestras y ha despertado de las más variadas polémicas. Ahora bien, la pregunta que deberíamos hacernos –y no un día al año, sino siempre- es: ¿Lo malo sería que otras culturas confluyen y convivan con las nuestras o qué nuestras culturas sean olvidadas?
En mi opinión personal, me inclinaría por escoger la segunda opción. Es decir, por nuestros días resulta más preocupante que un niño, joven o adolescente y hasta los mismos adultos olvidemos qué se celebra cada 12 de octubre o qué se recuerda cada 20 de noviembre o 17 de agosto. Ya que al permitir dicho olvido se están produciendo pérdidas de identidad representativas que son remplazas por el interés de un feriado largo o puente; algo mucho más preocupante que la incorporación de otras culturas como forma de convivencia.
Claramente, hay quienes toman posturas muy fuertes en contradicción, como si la celebración de Navidad con Papá Noel incluido fuera una cultura o tradición inventada por Atahualpa Yupanqui. O como si Facebook, al cual accedemos a diario y permitimos que ingrese en nuestras vidas, sea una idea pensada y escrita por José Hernández.
De repente pareciera que si olvidamos nuestra esencia o no recordamos nuestra historia no fuera importante, pero lo más importante de todo es no dejar entrar ni permitir otras culturas. Cuando en realidad el problema no es que las culturas confluyan, si no que no se olviden, ya que junto a la historia nos recuerden de dónde venimos y hasta tal vez nos muestren hacia dónde vamos…
¿Para pensarlo no?