El malestar emocional en los pacientes oncológicos es alto, desde la detección de la enfermedad hasta el final de los tratamientos médicos. La Psicología tiene herramientas efectivas para acompañar y contener.
Por Claudia Cagigas
Perla Correa Salgado es una de las pocas psicólogas de Chajarí que se dedican a la Psico-Oncología; es decir, la asistencia de pacientes con cáncer para garantizarles una mejor calidad de vida. “El cáncer genera un importante sufrimiento psicológico que alcanza niveles de malestar emocional clínico en la mitad de las personas que lo padecen y se acompaña de trastornos psicopatológicos en más del 30% de los casos, una prevalencia superior a la de la población general, que precisa atención psicológica especializada. El malestar emocional es alto desde el inicio hasta el final de los tratamientos médicos y es un factor de riesgo de trastornos psicopatológicos. Estos problemas requieren una adecuada detección y evaluación” (1).
Cuidados Paliativos y Psico-Oncología focalizan su esfuerzo en mejorar la calidad de vida, atendiendo las múltiples dimensiones del individuo y la etapa de la enfermedad en la que se encuentra. “Para esto se trabaja con médicos, kinesiólogos, enfermeros, psicólogos, diferentes agentes de la salud que puedan asistir al paciente”, explicó Perla Correa Salgado. Y en Chajarí esto es posible.
Perla trabaja con la Doctora Romina Hartwig, médica paliativa especialista en el Tratamiento del Dolor. “Tanto Cuidados Paliativos como la Psico-Oncología tienen 20 años en Argentina, pero lamentablemente sólo entre el 1% y 5% de los pacientes oncológicos reciben atención psicológica. Desde el comienzo del diagnóstico la persona debería tener una entrevista con la psicóloga para evaluar sus condiciones emocionales y los recursos con los que cuenta ante este nuevo diagnóstico, porque tenemos muy asociada la palabra cáncer con muerte y no necesariamente esto es así”.
El impacto terrible y la necesidad de ponerlo en palabras
Cuando una persona recibe la noticia que tiene cáncer, “el momento es muy disruptivo. Muchos me contaron que luego que el médico dijo palabra cáncer no pudieron escuchar nada más. También hay mucha resistencia a un tratamiento psicológico porque todavía se piensa que al psicólogo se va cuando uno está loco y no cuando se tiene algún problema. Los problemas que tratamos los psicólogos son emocionales, tiene que ver con poner en palabras lo que le pasa al paciente, conque pueda expresar lo que le da miedo, con hablar lo que no puede hablar con la pareja o los hijos… Los pacientes con cáncer se hacen muchas preguntas y es bueno que puedan tener su espacio para plantearlas”, comentó la psicóloga.
Como dijimos más arriba, el porcentaje de pacientes oncológicos que reciben atención psicológica es muy bajo y, según indicó Perla Correa Salgado, en nuestra ciudad sólo están pidiendo este tipo de ayuda algunos con pronósticos poco alentadores. “En un paciente con cáncer se necesita de un médico paliativista que indique el tratamiento, pero también que sea capaz de evaluar en qué condiciones emocionales está el paciente, si es congruente con lo que está pasando o si necesita más especialistas que contribuyan a mejorar su calidad de vida”.
“Muchas veces los pacientes se sienten abandonados, dicen ‘el médico no me informa, el médico no me dice nada… Otras veces le dan la información de golpe –no dosificada- y esto es terrible porque tal vez el médico no hizo un diagnóstico para detectar si ese paciente está en condiciones emocionales de recibir toda la información de golpe y si no lo está puede destruirlo. Por eso es tan importante que el médico clínico tenga conocimiento de los aspectos psicológicos del paciente; que considere si está recién jubilado, si está en etapa productiva, si tiene niños pequeños a cargo… Si el paciente está bárbaro ¿para que le voy a decir todo? Todo paciente tiene derecho a la información precisa, clara y verosímil, pero a veces uno guarda cierta información para más adelante porque siempre nos manejamos con mucha incertidumbre: hay pacientes que responden genial al tratamiento y otros que no. Y tenemos que estar ahí para ayudar, para apuntalar, para darle fuerza y también para escuchar cuando dice ya no tengo más ganas de seguir con la quimio. Ahí también hay que hacer una red de contención”, concluyó Perla Correa Salgado