Por Claudia Cagigas
Papá y mamá probablemente sean las palabras más bellas que una persona pueda escuchar al sentir que la nombran; no hay palabra que signifique tanto ni abarque tantas cosas… Esta es la historia de Milagros Pozzi Spassandin (36), Carlos Eduardo “Tano” Acevedo Miño (36) y la de sus hijos del corazón Martín (12), Milagros (5) y Jesús (3). Hoy una familia ya constituida, radicada en Chajarí, que se conformó para compartir una necesidad que todos tenían: dar y recibir amor.
A Milagros y a Tano le brillan los ojos cuando hablan de sus hijos, están orgullosos y despojados de todos los miedos que tenían allá por 2013, cuando iniciaron los trámites de adopción. Tomar la decisión no fue fácil. “Al principio yo no quería saber nada, tal vez porque quería tener mi propio hijo”, recuerda Tano. “Me operaron por varicoceles y luego el médico me dijo que tenía azoospermia (producía escasos espermatozoides). A partir de eso no quise saber nada, pero me sentía culpable porque por le estaba quitando a Mila la posibilidad de ser madre. Pensamos mucho hasta llegar a esa dedición”.
Dentro de la medicina había alternativas que podrían haber intentado, pero nunca lo hicieron. En ese tiempo de vacío y angustia las cosas comenzaron a decantarse… “Empezamos a preguntarnos para qué estábamos trabajando tanto, hasta que llegó un momento en que nos decidimos por la adopción”, contó Milagros.
El camino a casa
Nunca imaginaron adoptar tres niños. Se anotaron en 2013 en la Defensoría de Chajarí. Cuatro meses más tarde, una asistente social del Registro Unico de Aspirantes a Guarda de la Provincia de Entre Ríos (RUAER) los visitó, luego viajaron a Paraná para otra entrevista y a partir de ahí tuvieron que esperar.
El tiempo se hizo eterno… Pero un día la noticia llegó y Milagros quedó helada cuando le dijeron por teléfono que tenían tres niños para ellos, tres hermanitos y de edades variadas.
La primera reacción de Tano fue “pero siiiii”. La de Mila fue de incertidumbre. Le temía a la cuestión económica y al desafío de ser madre por partida triple sin experiencia previa. Pero lo charlaron entre ellos y dieron el SI.
El encuentro
Los niños vivían en Concordia. Martín y Milagros con una familia y Jesús con otra. Eran hermanos de sangre pero no había relación entre ellos, dado que Jesús había nacido luego que los otros niños fueron retirados del hogar natal.
Fue en la plaza que está frente al gran tanque de agua de Concordia, frente al Casino. Allí llegaron Milagros y Tano y se sentaron en una hamaca a esperar… hasta que vieron una señora con un niño “y dice Mila: ‘ese es Jesús’.
Recuerdan el momento y ríen, se emocionan. “Jesús era todo peludo, los pelos parados, muy gracioso. Mila lo alzó. Nos fuimos a la hamaca, era todo raro porque no sabés como jugar, no sabés como ser padre, no sabés nada”, rememora Tano.
Martín y Milagros llegaron una hora más tarde y el cuadro no puede ser más parecido al de una película. “Venían los dos caminando de la mano, parece que los pusieron lejos para que pareciera mas…, parece que el único que entendía algo era Martín. Mili quería jugar, me llevaba para todos lados. Cuando estábamos en la hamaca le pregunté a Martín: ¿Vos sabés quienes somos nosotros? ”Si, son nuestros papás”, me dijo… No creo que hagan falta palabras para describir lo que Tano y Milagros sintieron en ese momento… Las palabras más bellas “PAPA y MAMA” afloraron naturalmente…
La construcción del vínculo
Construir un vínculo familiar es un proceso que lleva tiempo. Después de ese día en el parque, Tano y Milagros debieron viajar cada jornada a estar con los chicos en un lugar público. Al cabo de unos días los autorizaron a traerlos a Chajarí, pero debían llevarlos y traerlos en el día. Fue un mes agotador.
Cuando las fuerzas ya no daban para más, el vínculo estaba construido y la familia pudo radicarse definitivamente en Chajarí. Todos juntos en casa.
Quizás una reacción de Martín sirva para entender lo que todos sintieron. “Martín estaba feliz porque tenía una habitación para compartir con sus hermanos. Preguntaba “¿vamos a dormir todos juntos?” y decía “VAMOS TODAVIA!!” haciendo el gesto de fuerza, con la manito cerrada contra el corazón.
Vamos todavía! Hay sesenta chicos en Entre Ríos esperando por un hogar. Gracias Milagros y Tano. Con gente como ustedes, se puede.