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17 agosto, 2017

“Somos bastante más que lo que ven los ojos”

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Delfina Apóstolo es una joven de Chajarí que tiene alopecia areta. La pérdida de su cabello no le quitó seguridad ni belleza sino que le aportó sabiduría.

 

DELFINA APÓSTOLO. “Si podemos correr los velos, por ahí encontramos cosas mucho más maravillosas que lo que vemos”.

 

Por Claudia Cagigas

La pérdida del cabello suele ser un hecho traumático para las personas, en especial para las mujeres y con lo primero que se la asocia es con el cáncer. Sin embargo, Delfina Apóstolo, una joven de 25 años de Chajarí, no tiene cáncer, ha sufrido dos pérdidas totales de cabellera y aprendió a aceptarse sin dejar de hacer nada. La primera fue a los 14 años. La segunda hace un año. Su mensaje tiene mucha sabiduría y, sin lugar a dudas, puede ayudar a aquellas personas que sufren por este motivo.

 

Entrevistada en el programa EL ESPEJO (sábados de mañana por Radio Show), Delfina contó: “Tengo alopecia areata, una enfermedad que provoca que el cabello comience a caerse en forma de plaquetas y queden vacíos sin pelo, del tamaño de una moneda de un peso. Eso comienza a ampliarse. Cuando tenés en distintos lugares es una alopecia areata difusa y se hace universal cuando esos vacíos se amplían y fusionan con otros causando la caída total del cabello. Hay personas que tiene poquito y hay personas como yo, a las que se les cae casi todo”.

 

El primer episodio Delfina lo sufrió recién iniciada la adolescencia y el segundo hace un año. “A principios de este año me rapé porque ya tenía muy poquito. Es todo un trauma ver como se te cae el pelo, entonces decidí raparme, olvidarme que se estaba cayendo y encaré nuevamente el tratamiento”.

 

¿Qué profesionales la trataron?

Delfina siempre consultó dermatólogos. “Fue recorrer un largo camino durante diez años. La primera vez visité médicos aquí en la provincia y también en Buenos Aires. En Buenos Aires me hicieron una mala praxis: mesoterapia (inyecciones intradérmicas en la cabeza, una al lado de la otra, día por medio) pero en dosis muy altas y se me terminó de caer el pelo. Como no veíamos ningún resultado positivo, mi mamá me propuso visitar un médico en Concordia que le habían recomendado. Ese médico me dijo que estaba mal encarado el tratamiento, que no se podía empezar directamente con las aplicaciones como me habían hecho en Buenos Aires, sino que había que preparar el cuerpo. Entonces me dio vitaminas, aminoácidos durante un mes. Recién ahí el médico inició la mesoterapia pero de manera más espaciada y con la dosis correcta. Al año creció todo de nuevo”, recordó.

 

 

DELFINA APÓSTOLO. “Cuando tenía 15 años y veía una foto mía sentía rechazo… Ahora esto no me pasa, me miro al espejo y no me choca”.

 

¿Qué causa la alopecia areata?

“Los médicos me dijeron que puede ser estrés porque el estrés produce una baja en las defensas. La alopecia areata es una enfermedad autoinmune, es decir, mis defensas no me defienden, me atacan y en este caso atacan el folículo piloso. Hay un desorden en las defensas que hacen que yo las tenga más bajitas y atacan al pelo. En esta oportunidad se me cayó también una ceja y ahí fue cuando decidí ponerme las pilas con el tratamiento. Lo molesto es que te enfermás más fácil y tenés que cuidarte más… Estoy convencida de que toda enfermedad del cuerpo responde a otra cosa, a una cuestión interna, espiritual. El cuerpo es el que manifiesta y te hace un llamadito de atención”,  reflexionó .

 

Es increíble cómo esta joven se armó de valor a los 15 años para enfrentar lo que es difícil a cualquier edad… ¿Cómo lo hizo?Y… tenía 15 años… estaba rodeada de adolescentes… Si vos me preguntás ahora, a lo mejor el apoyo de mi familia fue lo que más me ayudó. Yo nunca dejé de hacer nada, siempre traté de seguir poniéndole buena energía si bien muchas veces pensé “mirá como estoy” o “¿cómo me arreglo?”, “¿qué me pongo, qué me hago?”. Eso es lo más complicado. Me acuerdo que cuando tenía 15 o 16 por ahí la gente pasaba,  me miraba y yo capaz que le guiñaba un ojo o le sacaba la lengua… porque la gente te mira y no disimula. Hoy capaz que lo encara de otra manera, me ha pasado que por ahí me dicen “¡cómo lo estás sobrellevando!”. Después me acuerdo y respondo: “Todo bien, no tengo nada” y lo corto ahí, porque muchas veces no tengo ganas de explicar…”.

 

La primera vez que recuperó el cabello, Delfina Apóstolo ya sabía que podría volver a perderlo, su médico se lo había dicho. Por eso, cuando volvió a pasar, no la tomó por sorpresa. “Ahora volví a encarar el tratamiento y ya tenemos algunos resultados pero estoy ‘tranqui’, sin ansiedad”.

 

La aceptación es un proceso largo y que inevitablemente conlleva varias etapas… “Antes, cuando tenía 15 años, cuando veía una foto mía la pasaba de largo porque me daba rechazo, me impresionaba, no podía ver esas imágenes (era la época de los cumpleaños de 15 y las chicas llevaban los álbumes de fotos). Ahora esto no me pasa, me miro al espejo o veo una foto mía y no siento rechazo, no me choca”.

 

A modo de mensaje final, Delfina recordó: “Somos mucho más que lo que ven los ojos, somos mucho más que un aspecto físico. Lo que se ve es una cáscara, una coraza. Yo soy bastante más que mi pelo… En general la sociedad está acostumbrada a los estereotipos, a lo que se ve, a lo que es correcto, a lo que no lo es y por ahí hay alternativas. Si podemos correr los velos, por ahí encontramos cosas mucho más maravillosas que lo que vemos”.

 

¿Por qué no usa pelucas? Simplemente porque no le interesa… Así es ella… Sencilla, contundente, con convicciones y muy, pero muy femenina con o sin cabello…

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