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9 julio, 2019

Las mujeres de los Bomberos

Conviven con el temor a lo que puede suceder a su pareja, deben aceptar largas ausencias por capacitaciones o cuando la emergencia los reclama, viven con incertidumbre…  Así sienten y piensan las mujeres de los bomberos.

ANDREA ESPINOZA (ESPOSA DE SANTIAGO LEZCANO) Y LILIANA LANARO (ESPOSA DE HERMINDO OVANDO)

Por Claudia Cagigas

Ser familiar y/o pareja de un bombero voluntario no es sencillo; conlleva mucha aceptación, paciencia y aprendizaje a lo largo del tiempo. La familia es la que sostiene, la que se conflictúa, la que se problematiza por la cantidad de horas que ese ser querido pasa en el cuartel; el cuartel es como la vida del bombero. “A veces sucede que la esposa le reclama durante meses que coloque el clavito para colgar el cuadro del cumple de 15 de la hija y él nunca tiene tiempo…  y luego ella pasa por el cuartel y lo ve poniendo 20 mil clavitos o barriendo… El reclamo es allá sí y acá no… Hay momentos que lo podés tomar con humor y otros en que lo podés tomar con rabia… Llega otro fin de semana y ¿vas a desaparecer de nuevo?, ¿no tuviste capacitación hace 15 días? ¿Otra vez este fin de semana yo sola con los chicos?”, graficó la psicóloga Stella Cístola, especialista en Psicología de la Emergencia.

Liliana Lanaro es esposa de Hermindo Ovando -jefe del Cuerpo Activo de Chajarí-. Entrevistada en el programa EL ESPEJO (Radio Show), reconoció que “no es fácil ser familiar de un bombero, se aprende mucho con los años y no siempre se acepta todo”. En lo personal, aseguró que le llevó tiempo comprender que Hermindo sería bombero toda la vida y que, si deseaba seguir a su lado, deberían recorrer juntos ese camino. Ella lo conoció siendo bombero y hoy llevan 17 años juntos.

También reconoció que en varias oportunidades se sintió molesta por sus ausencias. “Me enojaba porque se iba a reuniones, cursos, porque estaba muchas horas en el cuartel. Los primeros años trabajábamos mucho los dos y cuando yo volvía a casa nos peleábamos. Con los años me fui dando cuenta que esto nos iba a acompañar toda la vida, entonces decidí colaborar más, involucrarme más con la institución, pero fue un proceso. Hoy trato de comprenderlo aunque el miedo no se pierde y hay que sobrellevarlo día a día”, dijo Liliana.

“SE SIENTEN MUCHA ANGUSTIA, MIEDO, COMO UN NUDO EN LA GARGANTA”.

En el incendio de Grupo Márquez, el desastre más importante en los últimos años en Chajarí, a Liliana le tocó presenciar todo el accionar de Bomberos desde fuera de la escena, sabiendo que su marido estaba ahí. “Es una mezcla, adrenalina todo el tiempo… Me pasó de no poder ver a los costados y solo ver los trajes de todos los bomberos. Mi marido estaba y él sabía que yo estaba ahí y sentía que una partecita mía lo acompañaba. Y todas las esposas estamos en la misma situación. Se siente angustia, miedo, como esos nudos en la garganta. Son los equipos de primera respuesta: llegan y se chocan con la realidad… es muy difícil”.

Andrea Espinoza es esposa de Santiago Lezcano; otro bombero de Chajarí que secunda a Ovando. “Yo siempre trato de acompañarlo, contenerlo, apoyarlo, eso es lo más difícil que nos toca a las familias. Es una tarea muy complicada pero se puede… También vivo la incertidumbre porque uno nunca sabe lo que puede pasar; todo el tiempo estamos esperando un llamado, un mensaje que diga ‘estoy bien’, porque nosotros somos concientes que están trabajando y no están con el celular. Entones tenemos que esperar que llegue ese mensaje para poder dormir tranquilas”, dijo.

“En mi caso también me pasa que hasta que Hermindo no me diga que llegó al cuartel no puedo dormir… Pero creo que lo más difícil es la vuelta a casa, sobre todo cuando son intervenciones muy jodidas, accidentes con criaturas, víctimas fatales o personas muy heridas. Como ellos viven con el sufrimiento y están en contacto con eso,  yo no sé qué hacer… Antes le preguntaba mucho, quería datos, ahora le pregunto qué quiere hacer, si quiere que lo abrace, si quiere tomar unos mates, si quiere acostarse…”, agregó Liliana Lanaro.

Sobre este punto, Andrea contó: “Yo no soy de hacer muchas preguntas pero siempre hay algo para contar. Y es difícil, porque uno no sabe qué decir, nosotros no estamos preparadas para esa contención, tratamos de escucharlos, abrazarlos, acompañarlos”.

Así viven, así sienten, así piensan las esposas de los Bomberos Voluntarios. Ellas son quienes están detrás de escena conteniendo, apuntalando a quienes de manera desinteresada dan todo por la comunidad Y, en definitiva, ELLAS también lo dan.

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